Ilusión y mucha esperanza

El mensaje del Gran Visir fue de esperanza, de esperanza para los débiles, de esperanza para los que sufren, de esperanza para los que esperan, de esperanza de un futuro mejor para todos, de esperanza para la gente de buena voluntad, de esperanza en una sociedad mejor, de esperanza en que la solidaridad, dijo que Jerez era un pueblo tremendamente solidario, se extienda más si cabe, de esperanza en conseguir un mundo de paz y concordia, de esperanza de que desaparezcan las guerras, de esperanza de que esa lacra social que es el maltrato se acabe, de esperanza de recuperar los valores que se hayan podido perder y que hace que la violencia de género sea, desgraciadamente, noticia un día y otro, que produce que las noticias de niños y niñas que son perseguidos en los colegios o en el ámbito social más cercano sigan siendo habituales, de esperanza de recuperar tiempos perdidos, de esperanza de que los parados encuentren trabajo y que los que tenemos trabajo los conservemos, esperanza en que definitivamente ese monstruo dormido que dicen que es Jerez, como comentó la jerezana Irene Arrimadas, se despierte de una vez y por todas como en su día despertó, aunque después, tristemente, se durmió. Esperanza e ilusión en un año nuevo que acaba de nacer y que aguarda muchas motivaciones, esas motivaciones que se expresaron cuando se brindó en el final de año y esas motivaciones que, de seguro, se han pedido a las cartas a los Reyes Magos. Muchas ilusiones siempre renovadas cuando las viejas hojas del almanaque caen y las  nuevas afloran en las mesas o cuelgan de las paredes. Que esos brindis de esperanzada ilusión que se dieron el pasado día 31 no se queden en eso, que los deseos de acercarse a ese familiar que, por una u otra causa, se encuentra alejado se cumplan, que la Cenicienta encuentre el zapato que le de  vida a la familia, tronco indisoluble sobre el que debe pivotar la sociedad, y también le de vida a esta ciudad llamada Jerez que necesita de muchas soluciones, pero también de esperanza en que, de nuevo, florecerá como floreció en tiempos pasados. Ilusión y esperanza, como diría el salesiano Marco Antonio Martínez.