Los gobiernos pasan, y ellos siguen. Los narcos salen de la
trena, tras cumplir sus condenas, y ahí están. Los guardias ascienden a teniente coronel, los policías a comisario, pero nuestros héroes sin capa continúan su lucha contra la droga tres décadas después.
No son héroes anónimos. No se esconden. Nunca lo han hecho. Ahora, que la atención mediática y las plataformas de entretenimiento y contenidos audiovisuales han puesto la lupa -una vez más- en los ilícitos del Estrecho de Gibraltar, es menester quitarse el sombrero ante quienes, sin pistola, ponen en riesgo su vida para luchar contra el narcotráfico.
A finales de los años ochenta se concentraron ante las casas de los capos, junto con los ciudadanos del Campo de Gibraltar, para exigir el fin del tráfico de droga, que estaba matando a los jóvenes. Era el tiempo de la heroína, y fue el momento de la heroína, la inolvidable Micaela Pérez, una de las
madres coraje de La Línea.
El cura Chamizo, en la Estación de San Roque, Miguel Alberto Díaz, en Algeciras, y Paco Mena, en Castellar y otros municipios de esa comarca con aspiración de provincia son otras de las caras de ese movimiento, que aún perdura. Da igual la marca: Despierta, Barrio Vivo, Alternativas, Nexo, o ahora la Plataforma por Tu Seguridad, que ayer se concentró en Algeciras. Da igual.
Han superado crisis económicas, falta de apoyo de las administraciones, amenazas de muerte, pero siempre han estado ahí para denunciar, entre otras cosas, que las nuevas generaciones de narcos ya no respetan las reglas del juego. Antes, hace años, el malo admitía los riesgos y asumía su posible detención. Ahora, prefieren arremeter contra los policías antes de claudicar.
Es la nueva realidad en la lucha contra los estupefacientes, a la que se enfrentan los agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado, los otros héroes. Éste es un problema estructural que se mantiene desde finales del siglo XX al que hay que dar soluciones integrales. No basta con el Ministerio del Interior, porque si seguimos poniendo las mismas soluciones a idénticos problemas dentro de treinta años continuaremos hablando en términos similares, y José Chamizo, Miguel Alberto Díaz y Paco Mena ya van teniendo una edad. Para ellos, mi reconocimiento y una admiración, edificada con pilares de hormigón durante muchos, muchos años.