La campaña de la remolacha está a punto de llegar a su finalización. Será la última sometida a las cuotas de producción establecidas en 2006 por la Unión Europea con la reforma de la PAC. A partir de 2017 llegará la liberalización del sector. En los agricultores cunde la incertidumbre, pero la industria lo ve como una oportunidad “que hay que aprovechar”. La propia ministra de Agricultura en funciones, Isabel García Tejerina, en un reciente encuentro con el sector se expresaba en idénticos términos y animaba “a hacer del cambio de 2017 una oportunidad y aprovecharla para que el sector progrese”.
Ése es el ánimo, por ejemplo, que cunde en la factoría Azucarera del Guadalete, la única que sobrevive en Andalucía desde el año 2006 y donde se recibe toda la producción remolachera de la zona sur, concentrada en las provincias de Cádiz y Sevilla -unos 400 camiones han hecho su llegada a diario a la planta desde el inicio de la campaña-. Este año la empresa ha contratado con 907 agricultores 7.100 hectáreas de remolacha; el objetivo de cara al año próximo, el primero de la liberalización del sector, es llegar a las diez mil. “Tenemos mucha esperanza puesta en el cultivo en la zona sur”, reconoce Antonio Bas, director de la factoría de Azucarera en Jerez, de cara al futuro próximo.
El jefe de cultivos, Miguel San Román, que es quien mantiene el contacto directo con los agricultores, considera que ambas partes deben ir de la mano, y lo define de forma evidente: “El agricultor no es nuestro cliente, es nuestro socio”, y “lo mejor para uno lo será también para el otro”.
Lo defiende, además, con datos: “España consume millón y medio de toneladas de azúcar y solamente se producen de remolacha medio millón, un tercio. En España hay posibilidades de crecimiento y queremos aprovechar la oportunidad. Lo que hemos hecho es hacer las inversiones oportunas en la fábrica para poder moler la remolacha procedente de hasta diez mil hectáreas, no sólo siete mil. El problema industrial está resuelto. Lo que falta es que el campo también crezca. Tenemos fábrica y herramientas para que el agricultor se incorpore. La provincia de Cádiz es una de las grandes candidatas para crecer.”.
Para ello, la propia Azucarera ha apostado por la divulgación, mediante acciones para reducir costes de cultivo y acciones para aumentar la producción. “Lo bueno que tiene la remolacha es que se sabe lo que vale, no le pasa como a otros cultivos que tú siembras y al cosechar te llevas la alegría o la penita, depende de cómo esté el mercado mundial. Nosotros desde la firma del contrato el agricultor sabe lo que va a cobrar. Estamos haciendo acciones para reducir costes de cultivo y acciones para aumentar la producción. Estamos haciendo distancia de semillas, el uso de fertilizantes, porque a lo mejor no hace falta tanto abono para conseguir la misma producción”.
De cara a incentivar la apuesta por el cultivo de la remolacha, también se va a modificar la fórmula de los contratos, “fruto de hablar con los agricultores” -recalca San Román-. “Había una demanda del agricultor por los gastos de cultivo al principio del ciclo, en los primeros dos tres meses. Así que en 2017, el que tenga la remolacha implantada, con garantía de que llegue a final de ciclo, le anticipamos mil euros por hectárea a coste cero. Cuando llegue la remolacha se le descuenta. También hay recomendación de variedades de semillas, porque estadísticamente tienen mejor comportamiento. Hay unas veinte y de ellas hemos seleccionado variedades que sirvan para sembrar al principio de campaña, o para siembra tardía, y que se puedan recolectar a principio o final de campaña, porque no todas tienen el mismo comportamiento a la hora de recolección. Además, daremos un complemento económico con mejora de precio a quienes utilicen estas variedades. Esperemos que todo esto anime a que se sumen nuevos agricultores”.
En los últimos tres años se han batido records de producción en Andalucía , incluso en 2015 que fue un año con muchos golpes de calor, el cultivo logró su segundo récord histórico. “Los hechos nos demuestran que se está incrementando la producción”, defiende el jefe de cultivos de Azucarera. “Este año la remolacha se ha visto afectada pero aspiramos a lograr un alto nivel de producción”, de hecho las estimaciones rondan a la obtención de 90 toneladas por hectárea. “Va a ser un año bueno a pesar de las condiciones atmosféricas de mayo”.
Para apoyar la divulgación del cultivo, durante este año se vienen realizando visitas a la factoría de cultivadores que siembran y que no siembran remolacha, y también con jóvenes agricultores de la zona, “para que vean que es una gran oportunidad”. En estos encuentros les muestran los modelos de cultivo, campos de ensayo... “A veces el agricultor que vuelve piensa en hacer lo mismo que antiguamente, y le hemos enseñado que ha cambiado la recomendación de abonado, la técnica de cultivo...”
También se realizan visitas al campo. Todos los cultivadores tienen un técnico de Azucarera asignado, e incluso pueden acudir a la web en busca de información o utilizar una app donde tiene acceso a toda la información que necesita desde el móvil.
El acuerdo marco como garantía
“El aumento de la producción es una de las bases para competir cuando acabe el régimen de cuotas”. Así lo exponía recientemente en una entrevista Juan Luis Rivero, consejero delegado de Azucarera, quien además aseguraba que el Acuerdo Marco Interprofesional actual “dará estabilidad en los precios hasta 2020 a los agricultores, por lo que no puede ocurrir, en absoluto lo que ha pasado en el sector lácteo”, que es uno de los temores ya trasladados por los representantes de los agricultores a la propia industria. “Todo el sector estamos empujando en la misma dirección”, para ser competitivos frente a “la amenaza” del azúcar francés o alemán. “Nuestra ambición es que cada una de nuestra fábricas molture mucho más que en la actualidad”. “No tener cuotas de azúcar nos da oportunidad de crecer”, y ésa es una meta que en este momento comparten la industria, los remolacheros y la administración central y regional.
El cambio
Como recuerda San Román, antes de la entrada en vigor de la PAC, “aquí se dedicaban 35.000 hectáreas a la remolacha. Era una superficie en la que el 80% era secano. Ahora con una hectárea de riego producimos lo que antes con tres de secano. Hemos bajado en volumen de superficie a un 20% pero en toneladas tenemos en torno a un 40% de lo que había antes”.
El director de la planta de Jerez, Antonio Bas, resalta que en 2006 “España se vio obligada a producir la mitad de lo que se producía hasta entonces”. Aquella decisión provocó la reducción de la superficie destinada a la remolacha, pero también el cierre de factorías azucareras. En Andalucía, donde existieron hasta siete plantas, tres en la provincia de Cádiz, sólo quedó una, la de Jerez. Desde entonces, y tras una inversión de 64 millones de euros, han logrado “mejorar la eficiencia” de la fábrica y convertirla en la única del grupo que extrae azúcar procedente de remolacha y de refino del azúcar crudo, que llega procedente de otros países, así como habilitar en la misma un centro logístico y de envasado y una planta de ciclo combinado, con la que la fábrica produce su propia energía y vende la que le sobra a la red.
Su peso en la zona no se mide sólo en el ámbito agrícola e industrial, sino también en el empleo, ya que la fábrica cuenta con 141 personas en plantilla, más otros 180 entre fijos discontinuos y personal eventual. En este sentido, la fábrica no sólo tiene actividad durante la campaña remolachera, sino que con el refino de azúcar mantiene su actividad todo el año, por lo que en septiembre la plantilla volverá a ampliarse, una vez superada la campaña remolachera.
“Todos los años hacemos inversiones de unos dos millones de euros mínimo para mejoras en las instalaciones. Este año, por ejemplo, se ha destinado a la modernización del proceso de control”, explica Bas.
De Jerez al exterior
En la fábrica de Jerez se sigue todo el proceso, desde la llegada de la remolacha hasta la obtención del azúcar blanco para proceder a la venta directa a los clientes desde la central de envasado. Miguel Jiménez, responsable de la misma, resalta que a diario salen de la misma unas dos mil toneladas de azúcar, ya sea azúcar a granel, adquirida por grandes compañías de refrescos, principalmente, o en envasados industriales en big bags, de 1.200 kilos, o sacos de 25 o 50 kilos. También los envases tradicionales que encontramos en los principales supermercados de Andalucía, incluso en los de Portugal.