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Torremolinos

Alejandro Fernández Montero culmina el Aconcagua y coloca en la cima la bandera de Torremolinos

El médico torremolinense, junto con su hermano José Manuel, también alcanzó en 2010 el ?Techo de Europa?, y el Kilimanjaro, en cuyas cimas también ond

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  • El montañero en la cima. -
La bandera de Torremolinos ondea ya en la mismísima cumbre del Aconcagua, a casi 7.000 metros de altura, después de que el médico torremolinense Alejandro Fernández Montero haya cumplido con éxito una nueva gesta en la ascensión a una de las cumbres más emblemáticas para los alpinistas de todo el mundo.

Fue hace solo unas fechas cuando este aventurero empedernido, que habitualmente disfruta de esta auténtica pasión que es para él el alpinismo junto a su hermano José Manuel, llegó a Mendoza (Argentina) para, una vez más, emprender una gran aventura en cuya primera etapa alcanzó el Campamento de Confluencia, a 3.400 metros de altitud.

Tras siete horas de duro ascenso, el equipo capitaneado por Alejandro Fernández Montero estableció un campamento base en “Plaza Mulas”, a 4.300 metros, una vez atravesada “Playa Ancha”, un basto valle de 17 kilómetros, bajo un intenso calor.

A partir de ahí, cumplido un día de obligada aclimatación, la expedición continuó la ascensión cargando gran cantidad de material y sufriendo en muchos casos intensos dolores de cabeza habituales en este tipo de aventuras. No obstante, los rigores físicos no serían la mayor dificultad, ya que durante la cuarta jornada fueron sorprendidos por una espectacular tormenta de nieve, acompañada por vientos de más de 100 kilómetros por hora, que empezó a poner en serias dificultades la viabilidad del proyecto.

Fueron necesarias dos largas jornadas de espera para poder continuar el ascenso, lo que se produjo al séptimo día de estancia en la zona, cuando finalmente pudo alcanzarse el “Nido de Cóndores”, a 5.550 metros, aunque con una importante merma física entre los expedicionarios debido a un repentino descenso de la presión.

Alcanzados ya los 6.000 metros, en la denominada “Plaza Berlín”, varios miembros del grupo, entre ellos José Manuel Fernández Montero, tuvieron que desistir, dado su deterioro físico, emprendiendo el descenso, lo que dejó reducido el grupo de alpinistas, quienes finalmente conseguirían cubrir una nueva etapa hasta el “Refugio Independencia”, situado a 6.500 metros de altitud.

Las condiciones meteorológicas fueron empeorando y, pese a ello, uno de los miembros de la expedición decidió por su cuenta intentar el ascenso a la cumbre, una decisión tomada frente a la opinión contraria del resto, que consideraron excesivos los riesgos del intento en esos momentos.

Horas después, el osado alpinista pudo ser rescatado por los “Rangers” argentinos con signos de extrema fatiga, mientras que entre sus compañeros se suscitaba una nueva alarma: un alpinista andorrano presentaba un cuadro de edema pulmonar que obligó a su inmediata evacuación en helicóptero a un hospital de Mendoza.

Con un fuerte viento persistente, la expedición, reducida ya a siete hombres de los 11 que iniciaron la aventura, afrontó como pudo las malas condiciones y el notable deterioro físico que llevó incluso a Alejandro Fernández Montero a plantearse la retirada.

No obstante, el aventurero torremolinense logró sacar fuerzas de flaqueza y, ya algo recuperado, decidió seguir adelante en un ascenso que, en esta jornada, resultó menos dificultoso que en las precedentes. No obstante, el tremendo esfuerzo aún se cobraría las ilusiones de otros dos miembros de la expedición, abocados también al regreso al campamento base debido a un insuperable deterioro físico ante la extraordinaria dureza de la ascensión.

Al tiempo, los restantes acometían ya, inmersos en un escenario natural de belleza indescriptible, la recta final de su aventura, alcanzando tras varias horas de penoso ascenso la Canaleta situada a 6.700 metros de altitud, desde donde retomaban fuerzas para emprender la parte más dura de toda la ascensión, con la cima del Aconcagua a escasos 300 metros.

Fue entonces cuando hubieron de superar un desnivel matador, bajo cero, para lograr finalmente ver cumplido el sueño de culminar la cima norte (6.962 metros) de la montaña más alta de los hemisferios Sur y Occidental y cumbre más elevada del mundo a excepción de los Himalaya.

Alejandro Fernández Montero protagonizó entonces, una vez recuperado el aliento, su particular rito de colocar en esa mítica cumbre la bandera de Torremolinos en homenaje a su ciudad.

El médico torremolinense superaba así una nueva aventura, esta vez sin la compañía de su hermano José Manuel, con quien ya protagonizó anteriormente retos similares, caso del ascenso, en 2010, al majestuoso Elbrus, el “techo de Europa”, a 5.642 metros de altura, o antes, la cima del mítico Kilimanjaro, de 5.895 metros de altura, cumbres ambas cuya culminación celebraron también estos hermanos con la colocación, como siempre, de las respectivas banderas de Torremolinos.

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