Quizás lo hayan visto. Hablo del decimocuarto episodio de la décima temporada de Los Simpson. Por si las moscas, lo resumo. En ese capítulo titulado ‘Apoyo a Cupido’, Apu, preocupado porque piensa que su esposa, Manjula, no le ama, decide a una semana de que se celebre San Valentín, volcarse con infinidad de actos románticos para volver a ganarse su amor. Como contrapartida, muchas esposas de Springfield sienten envidia y celos al advertir lo poco detallistas que son sus maridos en comparación con Apu. Y al ser conscientes de dicho malestar, los hombres, Homer, el jefe Wiggum, el Dr. Hibbert, Moe y Ned Flanders, se reúnen en la taberna de Moe para encontrar una solución, la cual pasa por joder a Apu boicoteando sus ‘regalos’ y ‘gestos’ de amor hacia su esposa.
Que no vas a una manifestación ni por casualidad, qué importa si luego puedo quejarme de la sanidad, la educación y hasta de los militares en la Sierra del RetínEn la taberna, el bueno de Ned Flanders, siempre tan santurrón, sugiere que quizás la culpa no sea de Apu, sino de ellos mismos por no apreciar, ni tener detalles hacia sus mujeres, y sugiere, pobre imbécil, que quizás deberían emplear su tiempo en ser más románticos con sus esposas en lugar de tratar de arruinar a Apu. Y aquí es donde quiero llegar, porque Homer se sube a la barra y grita a los acólitos presentes “¡Señores, es muy fácil echarnos la culpa a nosotros mismos! ¡Pero es aún más fácil echársela a Apu!”. Una reflexión que recibe los vítores y aplausos del resto de parroquianos.
Conclusión, expulsan a Ned del grupo por gilipollas y prosiguen su cruzada contra Apu.
Sí, no es más que un episodio de dibujos animados, pero chicos y chicas, su mensaje, como el que se puede extraer de otros muchos capítulos de Los Simpson, es brutal y viene como anillo al dedo para describir nuestra actualidad. ¿Para qué asumir nuestras culpas, nuestros errores, si es más sencillo culpar a los demás de ellos? ¿Para qué pensar que quizás seamos responsables de algunas de nuestras desgracias, miserias y mala fortuna, si podemos echarle el muerto a otro?
Es algo muy nuestro, casi diría que es inherente al ser humano. Que no has estudiado lo suficiente y cateas, pues mejor decir que la profe me tiene manía. Que no te has esforzado, ni has seguido formándote y te han despedido, pues mi jefe es un cabrón, o los empresarios son todos unos fachas. Que la plantilla se coge bajas a mansalva por Carnavales y la empresa decide cerrar e irse a Tetuán, mejor echar las culpas al capitalismo frío y calculador. Que tu mujer ya no aguanta más tus cabronadas, se harta y empieza una nueva vida, pues mejor llamarla puta y feminazi porque, cómo no, la culpa es suya, no tuya.
Que tu vecino se lo ha currado, se ha esforzado, se ha arriesgado, y tiene un buen coche y una buena casa y una familia hermosa, mejor pensar que eso se debe a la suerte, esa que a ti se te niega y te es esquiva.
Pero hay más ejemplos. Que no recoges la mierda del perro, que tiras los papeles y las colillas al suelo, que dejas el litro de cerveza en el banco del parque… claro, el pueblo está sucio porque vaya mierda de Ayuntamiento que tenemos. Que pagas una mierda a tus empleados y los explotas... sí, pero es que no hay camareros... sí, pero es culpa del Gobierno. Que no participas en nada, que no echas una mano, que no te involucras en ninguna actividad... vale, pero es mejor pensar que el problema es que en este pueblo todo se hace mal porque no hay unión.
Que no vas a una manifestación ni por casualidad, qué importa si luego puedo quejarme de la sanidad, la educación y hasta de los militares en la Sierra del Retín.
Pero lo peor es que esa actitud, nuestra facilidad para culpar a los demás y así evitar sentirnos responsables de nada, es usada por aquellos que quieren el poder. La culpa de la situación socioeconómica de la Alemania de 1.920-30 era, por supuesto, de los judíos, los gitanos, los maricones y todo aquel que fuera diferente (en mente, alma y pensamiento). Y eso Hitler lo usó bien... Alemanes, no os preocupéis, la culpa no es vuestra, es del otro.
Y a día de hoy, pues igual. Tras la crisis financiera, la pandemia, la corrupción (que le cuesta a España 90.000 millones de euros al año y quienes la practican son gente con corbata, despachos y en muchos casos, patrióticos, patrióticos), lo mejor es culpar al inmigrante, al morito, al sudaca, al negrito... A esos les dan dinero mientras los españoles pasan hambre. Vale, ok, pero si algo he aprendido desde que vivo aquí es que pasar hambre, lo que se dice pasar hambre, poca (se estima que cada español ha engordado una media de 6 kilos durante la pandemia). Y no sé muchas cosas, pero sé que no apreciamos lo que tenemos y que no nos gusta un carajo asumir nuestras culpas, nuestras responsabilidades. O como señala el escritor británico Johny Pitts: “Cuando la gente empobrece, siempre busca chivos expiatorios”.
PD: Claro que según el propio Homer Simpson, “el mundo se divide en tres clases de personas, las que saben contar y las que no”.