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Cámara Baja

La inútil crispación

Sol Cruz-Guzmán, arquitecta y diputada nacional por Sevilla por el PP nos habla de la crispación política actual

Publicado: 08/04/2021 ·
23:40
· Actualizado: 08/04/2021 · 23:40
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  • Los disturbios en Vallecas. -
Autor

Sol Cruz-Guzmán

Arquitecta de profesión por la ETSA Sevilla. Diputada por Sevilla en el Congreso de los Diputados

Cámara Baja

Cámara Baja es un espacio en el que se trata la actividad política en el ámbito local, regional y nacional

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Crispan porque no saben hacer otra cosa. Es tan fácil identificarlos que sólo tenemos que observarlos cuando se suben a un atril, cuando convocan manifestaciones y siempre acaban incendiando las calles y los ánimos. Lo hacen porque ése es su pensamiento totalitario y excluyente, por supuesto, pero además de eso, crispan porque son unos inútiles que jamás resolverán nuestros problemas. Crispan porque no saben gobernar y levantan esa polvareda inmensa para que no se les vea su incompetencia.


Lo hemos visto en la quema de contenedores en Cataluña y la defensa de muchos de los miembros del Gobierno, en pro de una libertad de expresión, mezclando, de forma vergonzosa, cultura con el incumplimiento de las leyes. Y lo hemos vuelto a ver en Vallecas.
Tenemos que agradecer el trabajo a los fotógrafos de prensa, grandes comunicadores capaces de captar la esencia del momento con el clic de su cámara y producir en el observador un torrente de emociones como las que transmite la instantánea de los jóvenes que con sus relucientes zapatillas pateaban a un policía nacional en el altercado del que fuera el barrio del huido vicepresidente. Ellos, que han estado en primera línea en esta cruenta guerra contra el virus, mientras que los españoles nos resguardábamos en las barricadas de nuestros hogares. Ellos que nos ha ayudado en las tareas en la tormenta Filomena o que cayeron a manos de la lacra terrorista. Ellos no se merecen que tres ministras del Gobierno de España defiendan estos ataques violentos, una defensa que sólo refleja la falta de seguridad de su propio proyecto y su desconfianza en nuestro sistema.


Este incesante ruido, que no paramos de escuchar en el hemiciclo, se basa en la confrontación de unos contra otros. Son los mejores en la creación de falsos estereotipos, que tras años de repetición como un mantra, intentan conseguir que cale en una sociedad anestesiada.

En nuestra tierra, Andalucía, esta ideología de confrontación, con un pellizco de miedo, ha sido uno de los argumentos más utilizados para convencer a la población, elección tras elección; Rojos contra azules, derechas contra izquierdas, los buenos contra los malos. Nuestra madurez democrática, que ya va camino del medio siglo, comienza a dar sus frutos y esa rancia estrategia que muchos se han empeñado en mantener, costara lo que costara, empieza a disolverse como un azucarillo en el café. “Os van a dejar sin pensiones, van a privatizar la sanidad, se cargarán la educación pública…”. Los que amedrentaban con mensajes apocalípticos en cada proceso electoral, esa necesidad continua de pelea, se quedan vacíos de razones en el debate político actual. El Gobierno andaluz del cambio es el más social de la historia. Mayor gasto en sanidad, mayor gasto en educación. Es el gobierno más dialogante, con el presupuesto de mayor consenso y las cuentas más saneadas. Por esta razón, de la encuesta que conocimos hace unos días en Andalucía, me quedo con la sensación de los andaluces en lo que refiere a la confianza para gestionar sus problemas: el desempleo, la crisis sanitaria o la delicada situación económica a la que nos enfrentamos. Éso es lo que nos preocupa, y la conclusión del estudio demoscópico es que una gran mayoría nos sentimos cómodos y seguros con quienes gestionan una región tan grande como muchos países europeos en la situación más compleja desde la Guerra Civil.


Frente a la crispación, el diálogo y moderación como herramientas para conseguir los propósitos colectivos. Frente a la agresividad de unos, la templanza y respeto de otros.


Frente al ruido inútil, las políticas serenas y eficientes que permitan a los andaluces y a los españoles resolver los problemas que de verdad nos preocupan. Contestemos al ruido con el dulce sonido de los votos en las urnas, con la serenidad de saber que la mejor melodía será la que consiga un mejor futuro para todos.

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