Comienza un nuevo ciclo con retos mayúsculos a los que la institución de San Julián habrá de hacer frente
José Carlos Garín, exhermano mayor de la Salud, es ya el nuevo presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga y comienza un nuevo ciclo con retos mayúsculos a los que la institución de San Julián habrá de hacer frente. Después de los dos mandatos consecutivos de Pablo Atencia, en los que se ha producido, no lo olvidemos, el cambio de recorrido oficial, Garín tienen ante sí la enorme obligación de que este termine de encajar en la mente de los cofrades malagueños y, si ello no es así, hacer las mejoras pertinentes para que acabe siendo del gusto de todo. Bien es cierto que la enorme valentía de Atencia al dar este paso al frente, que reclamaban muchos sectores de la ciudad y que le ha supuesto muchos dolores de cabeza, ahora tiene que verse corroborada con el mantenimiento de la apuesta hasta que los malagueños interioricen las novedades, que van calando poco a poco, según parece. Hay quien defiende volver al antiguo y es, desde luego, una opción que está encima de la mesa. Pero hay otro reto más importante aún: la Agrupación ha de reivindicarse como lo que es, la casa del cofrade malagueño, la representante de un fenómeno cultural, religioso, turístico y sociológico de enorme magnitud que hacen, precisamente, los malagueños, en la emanación más profunda e identitaria de cuantas se dan en Málaga, ya que nace de las entrañas del pueblo. Hay cierta desafección en estos días difíciles: los tronos no terminan de llenarse y la juventud, salvo en algunas cofradías, no acaba de dar el paso de sumarse a nuestras corporaciones nazarenas. Es esencial que una de las columnas vertebrales del nuevo mandato sea, precisamente, la comunicación y, por tanto, los mensajes que han de mandarse a la sociedad en este vertiginoso siglo XXI en el que se nos desdibujan tantas cosas, pese a que otras permanezcan, al menos en lo superficial, inalterables. La consolidación del buen trabajo en sillas y tribunas haciendo frente a las reclamaciones tras el cambio de recorrido, la adaptación progresiva de las cofradías a los nuevos estatutos, su interlocución con la ciudad, la mejora continua del recorrido, la capitalización de toda esa fuerza social que hay tras las hermandades: todos ellos son asuntos que habrán de recibir la atención del presidente, su permanente y su junta de gobierno. El camino es difícil, sin duda, pero hay mimbres. Mucha suerte.