?Salomé?, en el paraíso del juego de Las Vegas

Publicado: 06/04/2010
Salomé no es una ninfa monstruosa que merece morir por empeñarse en tener la cabeza de Juan el Bautista sino una víctima de la perversión y por eso Robert Carsen ha situado la ópera de Strauss, que estrena el Real el día 11, en un casino de Las Vegas, un sitio ?tan bíblico y tan kitsch? como la...
Salomé no es una ninfa monstruosa que merece morir por empeñarse en tener la cabeza de Juan el Bautista sino una víctima de la perversión y por eso Robert Carsen ha situado la ópera de Strauss, que estrena el Real el día 11, en un casino de Las Vegas, un sitio “tan bíblico y tan kitsch” como la obra.

Salomé, estrenada en Dresde en 1905, es “exagerada” y “kitsch” porque así nació de la pluma de Oscar Wilde y así la quiso componer Richard Strauss, según explicaron ayer el director artístico del Teatro Real, Antonio Moral, su director musical, Jesús López Cobos, y el propio Carsen, que se encarga de la dirección de escena como ya hizo en este coliseo con Katia Kabanova y Diálogo de Carmelitas.

Moral subrayó en varias ocasiones que Carsen, “a diferencia de otros muchos que sólo buscan epatar haciendo una y otra vez lo mismo” es un director “que no se repite” y alabó su “metáfora del mundo insustancial que representa Salomé con una visión excesiva en todos los aspectos”.

De tal calibre le parece su talento y profesionalidad, ha confesado, que “sólo” por colaborar con él en esta producción y en las dos anteriores ya le ha merecido la pena trabajar estos años para el Real.

Para este montaje, coproducido por este teatro, el Maggio Musicale de Florencia y el Teatro Regio de Turín, donde se ha estrenado, se podrá ver por primera vez en una ópera en el Real a la “excepcional” Nina Stemme y en el de Herodías a Doris Soffel, “un animal escénico y absolutamente extraordinaria”, según Moral.

Salomé es para Carsen una obra prodigiosa que gira en torno a una familia “disfuncional”, la que forman Salomé, su madre, Herodías, y su padrastro, Herodes, asesino de su padre y un “pedófilo” obsesionado con ella.
Todo lo que hace Salomé es “una respuesta” a lo que le rodea y su fijación con Juan el Bautista.

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