Que vuelva a salir el arcoíris

Desiertas. Así están las calles y apenas son las siete horas de la tarde. Ya es de noche. Parece las diez o las once de la noche. Quizás incluso más. Sin ningún bar abierto. Prácticamente ningún alma. Quizás esta situación no deja lugar a que haya muchas almas caminando por la calle, porque cada vez, desgraciadamente, se marchan más. Es triste ver en lo que se ha convertido el mundo en menos de un año y también en lo que nos hemos convertido nosotros. Porque a todos nos ha cambiado esta situación de una forma u otra. ¿Algún día podremos volver a la vida que conocimos? ¿A la vida que vivimos sin tener temor a un maldito bicho? Y ahora vamos desconfiando de todo, porque puede estar en cualquier lado. Pero tampoco podemos vivir con miedo, tampoco podemos dejar de vivir para pasar a comernos la cabeza. Tenemos que vivir por todas esas personas que se han ido, aprovechar cada instante, cada regalo que la vida nos presenta diariamente en forma de oportunidad. Porque poder disfrutar de un día más haciendo lo que más nos gusta, ya es un gran regalo. ¿El problema? Que a veces, ese regalo lo aborrecemos por tomarlo como una rutina y dejamos de valorarlo. Por eso párate a pensar si donde estás hoy es donde quieres estar mañana, sé feliz y pinta todo de color. El mundo no necesita más colores grises.