Siguen faltando más medios y, sobre todo, más seguridad en los centros de salud y hospitales. Los
actos y actitudes violentas no paran de aumentar; “ha habido siempre”, cuenta María del Carmen Chafino, auxiliar de administración, “pero tras la pandemia
está la cosa peor”: “
Agresiones físicas hay de vez en cuando, pero verbales y amenazas a horrores”.
Una de las últimas ocurrió en el centro de salud de Carlinda. Un hombre, sin mediar apenas palabra,
golpeó la mampara de recepción y le dio en la cara a la auxiliar de administración, a la que le tuvieron que
echar varios puntos en la ceja. Su compañera, María del Carmen Chafino, lo vio todo: “
Fue al ladito mío, a mí no me dio de chiripa. A ella le ha hecho una herida en la frente y
tiene mucho miedo, todos estamos bastante mal”.
La
plantilla se siente “totalmente desamparada” por la administración, mientras van trabajar con el temor a que puedan ser los siguientes. Los mostradores son la “puerta de entrada” y
los pacientes “pagan con nosotros toda su furia”.
En este centro de salud del distrito Bailén-Miraflores de la capital
“no” hay vigilante de seguridad, ha confirmado la funcionaria de admisiones. Durante la pandemia “hubo una personas”, pero “se acabó”. Chafino cree que sería una de las medidas que ayudarían a reducir el número de agresiones, “lo ven allí y algo para”; además de concienciar a la población.