El pianista cubano Chucho Valdés, que ha hecho del jazz afrocubano una de las señas más características de su carrera, no tiene dudas al asegurar que el secreto de la música de su país es la suma del ingrediente africano con el español.
"Casi todos nosotros tenemos descendencia africana, pero también mucha española. Mi bisabuelo era español. Esa fusión rítmica que tienen ustedes se junta con la parte de África y esto es el jazz afrocubano, pero también España, Albéniz, Turina, Granados o Falla. Eso está ahí, en el ADN".
Y considera un "ejemplo" de esa suma el trabajo de su padre, Bebo Valdés, junto a Diego El Cigala en "Lágrimas negras", porque "esa fue la fusión que se disparó", asegura Chucho, que ha presentado el concierto benéfico que ofrecerá este jueves en Torremolinos (Málaga) con motivo del trigésimo aniversario de la Fundación Cudeca (Cuidados del Cáncer).
"La música es universal, y además es la banda sonora de la vida. En toda nuestra vida hay momentos en los que la música nos lleva a un tiempo o a otro tiempo, del amor y de otros sentimientos. La música lo expresa todo, sin palabras a veces", proclama el músico cubano, de 81 años.
En su infancia, recuerda que "Bebo siempre estaba trabajando" y que su madre "era muy buena cantante, pero se dedicó a la casa", donde "era la policía", bromea.
"Cuando tenía 13 o 14 años, el domingo quería ir con los amiguitos al cine, pero ella me decía: 'Mañana tienes clase de piano' o 'Siéntate al piano, que quiero ver lo que estás haciendo'. Era muy recta y no dejaba pasar una, pero hoy se lo agradezco muchísimo".
Empezó a tocar el piano con solo 3 años, según le contaban. "Un día, Bebo salió y se le olvidó una partitura. El cuarto del piano estaba cerrado, pero oyeron que alguien tocaba canciones. Abrieron y estaba yo. Había aprendido de oído y de verlo a él también".
Sobre el concierto que ofrecerá el jueves para la Fundación Cudeca, avanza que los cuartetos que ha hecho a lo largo de su carrera "han sido todos buenos, pero esto es un supercuarteto, esto ya se pasa y se extralimita".
"Son posiblemente los más jóvenes talentos y más brillantes de la música cubana, pero que son capaces de tocar cualquier género musical, hasta el flamenco", asegura Chucho.
Le acompañarán Dafnis Prieto en la batería, Roberto Jr. Vizcaíno en la percusión -"en este momento, el joven más talentoso para mí de su generación", subraya el pianista- y José Gola en el contrabajo -"otro genio también"-.
"Los conciertos son siempre especiales, pero este más por lo que se trata. El que no mueva los pies aquí, es que está frito", advierte Chucho Valdés. Se siente "honrado" por "dar un granito de arena a Cudeca y a una maravillosa idea, tan humana, a través de la cultura y el arte".
"Tengo que recordar a mi padre, a Bebo, que lo hizo antes que yo. Siempre he sido un seguidor del legado de mi papá en todos los aspectos, inclusive la música, por supuesto, que fue lo que me enseñó".
Asegura que "hacer un trabajo como este eleva el espíritu y lleva la música a un nivel superior, que no es el nivel normal de tocar y hacer conciertos buenos, porque esto tiene un sentido muy diferente".
"Llegué aquí por mi papá, que estaba enfermo, vine con mi familia para estar cerca de él y es una de las cosas más lindas que me ha pasado", resalta Chucho, que reside en Benalmádena, el lugar que también escogió su padre hasta su muerte.
La Fundación Cudeca, con sede en Benalmádena, atiende cada año con médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos y fisioterapeutas a unas 1.700 personas que sufren cáncer u otras enfermedades avanzadas, cifra que asciende hasta las 2.200 personas si se incluye a sus familiares y cuidadores.