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La tribuna de Viva Sevilla

De la Sevilla escondida

Andrés Joaquín Egea, presidente de Adepa, narra la historia y habla de la situación actual de la iglesia de San Pedro de Alcántara.

Hay lugares en la ciudad escondidos para la mayoría de la población, aunque todos los sábados se celebre en ellos la Eucaristía y los viernes por la tarde puedan visitarse, como la Iglesia y la Capilla anexa de San Pedro de Alcántara, nombre del gran Santo Franciscano director espiritual de Santa Teresa.

A mediados del S.XVII unos franciscanos seguidores de San Diego, nuestro santo de Sierra Morena, decidieron crear un convento enfermería frente al hospital del Amor de Dios. El atrio de entrada lo tenía por la Calle Cervantes, conservándose hoy la portada de la Iglesia dentro de lo que es un adarve del Instituto San Isidoro, lo que ha impedido, hasta ahora, la recuperación del bello tránsito.

A finales del mismo siglo, se crea la Orden Tercera con el mismo nombre del convento, integrada por personas nobles y sacerdotes, que labran una pequeña capilla en un solar junto al convento, como tantas otras hermandades y terceras órdenes hicieron, siendo ésta prácticamente la única que se conserva en Sevilla.

El S.XVIII será el momento de mayor esplendor de ambos edificios. Los franciscanos dieguinos trasladan todos sus enseres desde el convento que tenían en lo que hoy son los Jardines de San Telmo a la Calle Cervantes. Las causas del traslado: las continuas riadas y con ello la escasa salubridad del edificio que abandonan.

La Iglesia se ennoblece con un programa iconográfico que llena paredes y bóvedas, recogiendo escenas de la vida de San Francisco y retratos de los grandes santos franciscanos, igual que sucedía en otras Iglesias y Parroquias de la ciudad. Desgraciadamente, tras la Fiebre Amarilla de 1800, el encalado de los templos para evitar la propagación de la epidemia hizo que se perdieran la mayoría de estas joyas.

Afortunadamente, en San Pedro de Alcántara sigue intacta, aunque necesitando restauración tras tres siglos de su ejecución. Mientras, en la Capilla, uno de los miembros de la Orden apellidado Clemente Requejo  invierte en su restauración y en los dos retablos de los pies de la nave, el de San Clemente y la Virgen del Carmen; bajo este último construiría enterramiento para él y su familia, como cuenta la hermosa lápida que lo cubre.

El anticlericalismo del S.XIX y las desamortizaciones afectaron gravemente al conjunto, que se desacraliza y se convierte en el actual Instituto San Isidoro, rematándose la obra, en los años 60 del pasado siglo, con la destrucción total del convento para levantar el vulgar edificio que hoy alberga el Instituto. Sólo resta la Iglesia, que se mantuvo gracias a la labor, entre otros, del padre Fagúndez que, con fama de santo, está enterrado en ella, y luego, del padre Hornillo, enterrado éste en la Capilla a la que trajo cuadros y esculturas procedentes del antiguo Hospital de San Antonio en la Calle de Armas, sede que había sido del convento de San Diego y su Orden Tercera.

A principios del S.XX la Orden Tercera cobra fuerza, mientras la Iglesia es entregada por el Cardenal Marcelo Spínola a la Comunidad de las Esclavas. El Concilio Vaticano II y la laicalización de nuestra sociedad trajeron malos tiempos, pérdida de miembros y en la Iglesia y la Capilla filtraciones por el mal estado de las techumbres, lo que las lleva a la ruina.

La intervención de la Gerencia de Urbanismo (volcada, entonces, en la ayuda a edificios en peligro, al margen de su titularidad) y la labor de Dª Soledad Rojas, miembro de la Orden Tercera, hacen posible el milagro. Después, labor paciente de recaudar fondos, con 7 años de Ciclos de Conciertos, subvenciones como la del Club de los Leones y otros ingresos han permitido que la capilla encare el nuevo siglo con la mayoría de sus cuadros y esculturas restaurados.

Quedan los frescos de la Iglesia, fundamental su costosa pero interesantísima recuperación,  y algunas pinturas, retablos y esculturas de la capilla. Hoy como ayer serán los sevillanos los que hagan posible superar el reto. Para ello, además de los conciertos organizados por Serafín Arriaza y de seguir mendigando subvenciones, crearemos una Asociación de Amigos de San Pedro de Alcántara que hará posible el sueño de perpetuar la belleza de la Sevilla escondida.

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