El alojamiento logístico militar de Tarifa, ubicado en la zona de Miramar, se está quedando vacío. Esta es la denuncia formulada por usuarios anónimos que año tras año habían acudido desde diversas unidades del Ejército y que desde hace meses han visto cómo eran rechazadas una tras otras sus solicitudes de reserva.
Estas negativas se basan en una aplicación rigurosa de la normativa aplicada a las residencias y alojamientos militares, que en Tarifa se viene practicando desde hace “seis u ocho meses”, según indicaron las fuentes consultadas. Efectivamente, y como confirmaron fuentes oficiales, “la residencia de Tarifa, actualmente, tiene la finalidad de cubrir las necesidades de alojamiento de los oficiales y suboficiales destinados en el Mando de Artillería de Costa del Estrecho (Mactae)”, una unidad que desde la disolución reciente del Racta 5 ha quedado mermada considerablemente.
El resultado es que, como aseveran las fuentes consultadas, actualmente sólo dos de las 29 habitaciones con que cuenta este complejo están ocupadas. En los últimos años, lo habitual era que militares de otras unidades del resto del país, e incluso extranjeros, como el caso de un militar francés que acudía también regularmente, completasen las plazas que dejaban libres los profesionales del Mactae. De hecho, según las fuentes consultadas, “tanto en Semana Santa como en verano y en Navidad” se llenaba la residencia.
En ámbitos cercanos al Ejército se apunta esta desocupación como una considerable pérdida de dinero “en los tiempos de crisis que corren”. No en vano, 27 habitaciones vacías a 10 euros diarios -según el precio de 2007 para profesionales de unidades externas- supondrían 270 euros menos que se reintegran todos los días.
Teniendo en cuenta que estas instalaciones requieren un coste en mantenimiento que gira en torno a los 40.000 euros, según fuentes militares, resulta difícil de entender, en algunos círculos, que se cierre el grifo deliberadamente a estos ingresos adicionales, máxime teniendo en cuenta que este gasto se factura directamente al Ministerio de Defensa.
La propia naturaleza de la residencia, destinada a que los miliares destinados a la unidad correspondiente la ocupen mientras buscan un alojamiento propio, implica que en muchas ocasiones, las escasas estancias en el lugar sean, además, muy breves.
Las fuentes consultadas agregaron un aspecto más que incrementa el desequilibrio entre ingresos y gastos del alojamiento logístico, y es la contratación, para 20 horas diarias, de un servicio de seguridad privada para la vigilancia de las instalaciones.
Hasta hace relativamente poco tiempo, soldados ejercían esta labor de seguridad ocho horas al día, pero su participación se ha reducido a un único turno de cuatro horas, entre las 8.00 y las 12.00 horas. Naturalmente, a más horas de seguridad privada, más coste.
Orden ministerial
Puesto en contacto este diario con instancias oficiales del Ejército, se proporcionó información referente a esta residencia, confirmando que su uso está centrado en cubrir las necesidades de los profesionales del Mactae. De igual modo, el alojamiento se halla actualmente en fase de “clasificación”, ya que, según la información reseñada, “en estos momentos se está elaborando un borrador que pretende actualizar la clasificación de todas las residencias”. Por tanto, en el momento que se publique dicho borrador “sabremos en qué categoría queda incluido” el hasta el momento alojamiento logístico militar.
La razón de esta reorganización es la publicación de la Orden Ministerial 13/2009, de 26 de marzo, “por la que se establece la clasificación, usuarios y precios que deberán regir en las residencias militares del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire”, y que también clasifica las residencias, según su finalidad en residencias militares de apoyo a la movilidad (alojamiento logístico militar y residencia logística militar; y residencias militares de acción social.
Por tanto, es en base a esta orden por lo que se define quién puede y quién no puede ocupar estas residencias.