Nadie debería estar sorprendido por el anuncio que el Ayuntamiento de Jerez ha realizado en torno a los terrenos que el gobierno del PSOE, a través de Emusujesa, le cedió a la empresa Zahav para la construcción de una planta de ensamblaje de vehículos que iba a crear en Jerez más de quinientos puestos de trabajo. El tiempo se acabó y Jerez no se puede permitir que sigan jugando con nosotros. Hay 70.000 metros cuadrados de suelo propiedad de todos los jerezanos que llevan varios años paralizados y sin rendir.
Lo que está ocurriendo es algo que se veía venir desde hace tiempo. Siendo justos, no puedo pensar que el anterior gobierno del PSOE lo hiciera con mala intención, pero que no midió bien las consecuencias ni aseguró la posible inversión, es algo que no tiene discusión. Y lo más grave es que el suelo que el gobierno del PSOE le cedió a Zahav era el que inicialmente fue destinado a la fábrica de botellas y, precisamente, fue uno de los motivos que se esgrimieron para no invertir en la nueva planta en Jerez.
En definitiva, un gran desastre. No queremos ni pensar que hubiese otros intereses ocultos y que hayan tenido que pagar el pato los jerezanos. Estando en oposición planteamos muchas dudas en torno al proyecto. Estando en el gobierno, por responsabilidad, hemos dado dos años de margen para que se fuese cumpliendo lo prometido. Pero ya el tiempo se acabó, no se puede seguir vendiendo que la cadena de montaje llegará el mes que viene a Jerez, cuando parece que lleva más de un año de puerto en puerto. Y no se puede decir que se está al día en el pago a los proveedores, para al día siguiente recibir varias llamadas de proveedores que no han cobrado.
Por aquí han pasado ingenieros americanos que se fueron a casa para celebrar el Día de Acción de Gracias justo unos días antes de tener que firmar los contratos de adjudicación de las obras. Se montó un concurso para adjudicar la obra a empresas fuertes para terminar adjudicándoselo a una pequeña empresa que ya había sido descartada y por un precio de construcción superior. La empresa pasó de tener un capital social de 3.000 euros a tener 3 millones de euros por compensación de una deuda entre empresas del mismo grupo, pero sin movimiento de dinero alguno. Después vinieron los ingenieros rusos a replantear la cadena de montaje... Entraron nuevos inversores, y se marchaban, y llegaban otros y terminaban por marcharse. Y todo esto a bombo y platillo. Ahora ya es tarde para promesas, el tiempo se acabó.