Conscientes de esta realidad, muchos jóvenes con instinto empresarial optan por desafiar al mercado y esquivar el paro y la precariedad laboral siendo sus propios jefes.
El negocio de las flores
Juan Jesús Pinto Ramos tenía 19 años cuando, tras estudiar Técnico de Jardinería en Málaga y acabar sus prácticas en una floristería, recibió una llamada interior para dedicarse al mundo de las flores. “Volví aquí a Taraguilla y trabajé en una empresa grande, pero con el tiempo acabé diciendo a mis padres que quería montar una floristería”.
Con la ayuda de su abuelo, Juan Jesús Ramos puso su negocio, para el que recibió 9.000 euros de subvención. “Los primeros meses y el primer año fue mal en el sentido de que no te conoce nadie, sólo la gente del pueblo, y es así hasta que te vas haciendo clientela”.
Sin embargo, el negocio empezó a crecer y Juan Jesús no dejó de formarse. “Entré en la asociación de floristas Interflora y a través de ahí puedes hacer muchos cursos, desde diseño floral hasta centros de mesa y decoración”.
Juan Jesús ha acudido a congresos de jóvenes floristas y reconoce que hay mucha gente que ha decidido lanzarse como él. Ahora tiene clientela entre hoteles, decora salones para comuniones, etc.
En el futuro, revela que le gustaría abrir nuevas tiendas, ya sea en Taraguilla o en otras localidades
Fontanera
Otro caso de emprendedora joven es el de Alejandra Rodríguez, ahora con 29 años. A los 21 trabajaba en una tienda y se quedó en el paro.
Su padre “siempre se había dedicado a hacer trabajos de fontanería” y comenzó a aprender el oficio. Igualmente, se sacó los títulos de Administrativo y FP Superior.
“Estuve así unos meses, aprendiendo, y decidí hacerme autónoma y montar mi empresa. Con los 6.000 euros de subvención me compré mi primera furgoneta”. A partir de 2008, comenzó a notar la crisis. Tuvo que prescindir de un trabajador con el que estaba haciendo las tareas.
“Cubríamos gastos, a veces algunos meses no cobrábamos”. Sin embargo, logró mantener el tipo. “Trabajábamos bastante bien y el boca a boca ayuda bastante”.
Ahora, ha decidido dar una vuelta de tuerca a su carrera profesional y está a punto de abrir, en la calle Emilio Castelar de Algeciras, una tienda de abalorios con una socia de tan sólo 24 años. Pese a todo, intentará, al menos al principio, compaginar ambas actividades.