Acaba el curso político, se acerca el final del mandato y la ciudad vuelve a suspender en infraestructuras eternamente pendientes
El curso político se despide hasta septiembre y las administraciones se dejan demasiadas asignaturas pendientes, un año más, en la capital. No cabe duda de que Jaén tiene su reloj parado desde hace mucho tiempo y desafortunadamente nadie le da cuerda. La ciudad afronta los últimos meses de mandato hacia la carrera de las municipales e infraestructuras como el Museo de Arte Ibero, cuyas obras han vuelto a retrasarse, el tranvía, el arreglo de la techumbre de la Catedral, la Ciudad Sanitaria y de la Justicia, esperan la voluntad de las administraciones competentes y la inyección económica presupuestada año tras año (en el mejor de los casos) sin que finalmente llegue a materializarse. Han pasado casi cuatro años y los jienenses, acostumbrados a los incumplimientos, ven nuevamente cómo se demoran las obras, necesarias, imprescindibles algunas, y siguen sin llevarse a cabo. El tiempo no pasa por Jaén y son pocos los que alzan la voz, desde los partidos o desde las propias administraciones, para que se ponga solución a tanto desdén inversor. Y cuando se hace es de forma partidista, poco influyente y claramente estéril. La recta final del mandato dejará algunas pinceladas del Jaén futuro, que de la mano del nuevo PGOU atisba un lavado de cara, pero el retraso se ha cebado nuevamente con la ciudad, que permanece inmóvil, como si solo un milagro pudiera sacarla del destierro inversor.