El Supremo confirma la condena del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que elevó la impuesta por la Audiencia de Granada por un delito de estafa
El Tribunal Supremo ha confirmado la condena de tres años y ocho meses de prisión a un hombre que estafó 40.000 euros a un amigo para que invirtiera en un falso negocio de apuestas online, ya que supuestamente había inventado un sistema de ganancia total, pero que se gastó en viajes por medio mundo.
La Sala de lo Penal ha dictado una sentencia, a la que ha tenido acceso EFE, que rechaza el recurso del condenado contra la resolución del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que elevó la condena impuesta por la Audiencia de Granada por un delito continuado de estafa, de dos años y medio a tres y ocho meses.
Además de la pena de prisión, el Supremo confirma el pago de una multa de 3.900 euros y otros 40.000 por el dinero estafado.
La Sala considera probado que el condenado usó su relación de amistad para pedirle a la víctima que le diera dinero para invertir en un presunto negocio de apuestas online, para el que había inventado un sistema de ganar al 100%.
En agosto de 2011, la víctima le prestó unos 6.000 euros porque "confiaba plenamente" en él, quien a la semana siguiente le dio 600 euros como intereses obtenidos. Tras ello, la víctima le entregó otros 9.000 euros y percibió después altos intereses, ante lo cual le envió una tercera transferencia de 30.000 euros.
Pero a partir de aquí, el condenado empezó a no darle intereses, diciéndole que las ganancias obtenidas las acumulaba al capital para tener más rendimientos y así llegar a los 300.000 euros, "para que pudiera comprar la casa que soñaba" su amigo.
Pasado un tiempo, la víctima, por oídas de otros amigos y ante el alto tren de vida y gastos que llevaba el condenado con viajes a Londres, Nueva York y Punta Cana, comenzó a sospechar sobre la operación, si bien todavía confiaba en el condenado, pues "era un amigo íntimo al que quería como a un hijo".
Más tarde, la víctima le reclamó los intereses y como no se los entregó, le pidió que firmase un documento que acreditase el préstamo, a lo que este accedió reconociendo 40.000 euros.
Sin embargo en septiembre de 2012, cuando le volvió a reclamar el dinero ante problemas económicos, el condenado puso más excusas y aunque le prometió pagos periódicos por transferencias, éstas tampoco se hicieron. La víctima denunció en octubre de 2016.
Dice el Supremo que el relato "no describe un simple préstamo impagado, relata una maniobra engañosa sobre una persona que confía absolutamente en él, se llega a afirmar que le quería como a un hijo, y a quien continuamente va engañando, contándole una suerte de negocios y ganancias, de las que no se duda, incluso después de que cesara en el abono de intereses y de que oyera rumores y apreciara el alto coste de vida" que llevaba el condenado.