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Estepona

OPINIÓN: Las apariencias engañan

Por Paz Fanlo

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Creo que no tengo suficientes conocimientos para escribir sobre Margaret Thatcher, pero lo que sí tengo son sentimientos y sobre ellos quiero escribir.

Si uno de nosotros viese por primera vez una foto de Margaret Thatcher, siempre con su peinadito de peluquería de barrio y de señora mayor o como una mujer que se pone un sombrero para ir a una boda de pueblo, pensaría que poco tenía que decir esa mujer.

Sin embargo, hija de un tendero, su inteligencia debió ser muy grande para comprender la economía de una forma tal que alivió los males de Gran Bretaña.

Ella sí que no debía tener sentimientos sensibleros sino sentimiento del deber y de la responsabilidad. Lo que debía hacer había que hacerlo pesara a quien pesase. De ahí tantas críticas y tan mal vista por algunos, pero ella hacía lo que su conciencia le marcaba.

Me acuerdo ahora de otro personaje y de su frase en la Historia con mayúsculas de Gran Bretaña, que podría haber sido el inspirador de su conducta. “Lo que hay que hacer es preciso hacerlo bien”. En el siglo XI, Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, hombre de grandes principios y que murió asesinado, según narran las crónicas, por no querer someterse y decir siempre la verdad de lo que pensaba.

No defiendo a conservadores ni a liberales, pero todos debían aprender de que no hay que mirar prioritariamente las encuestas de predicción de votos para las próximas elecciones, no hay que tratar de hacer o no hacer lo que más favorezca o perjudique a nuestro partido político, como parece lo habitual hoy en día, hay que hacer lo mejor para el pueblo que nos ha votado, aunque nos critiquen.

Y en el plano personal, en el de mujer, que también soy como ella lo fue, recordar alguna de sus frases que hoy airea la prensa: “En política, si quieres que algo se diga, pídeselo a un hombre; si quieres que algo se haga, pídeselo a una mujer”.

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