Imagen gratis en Pixabay - Brexit, Salida
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Pese a las incertidumbres que el proceso del Brexit trae inevitablemente consigo, algunos expertos ven posible que se produzca un fenómeno curioso (y ventajoso para el euro, según como se mire): la paridad triple entre dólar-euro-libra. Es el escenario que anticipan quienes creen posible que finalmente se produzca un Brexit duro.
Los analistas de Barclays predicen la paridad: 1,09 dólares y 1,03 euros por libra en enero si termina produciéndose el Brexit duro. De hacerse realidad este escenario, las consecuencias económicas serán muy importantes, ya que hablamos de un mercado de operaciones cruzadas de 1,36 billones de dólares (billones con
b). El efecto mariposa que la paridad entre las tres principales divisas del mundo traería es prácticamente impredecible, pues hablamos del propio engranaje del sistema financiero mundial.
El euro debería en cualquier caso salir airoso del desafío británico y seguir siendo la principal moneda empleada en la Europa continental. Además, los países de reciente incorporación en la Unión Europea no firmaron cláusulas de exclusión y terminarán uniéndose a la zona euro en cuanto cumplan con los requisitos de estabilidad exigidos. Por eso es muy probable que en la década que vamos a estrenar asistamos a la incorporación escalonada en la zona euro de Bulgaria, Croacia, Hungría, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia, al ritmo que vayan marcando sus respectivas economías nacionales.
España, un país que ha superado la prueba del euro
Antes de la entrada en vigor del euro como única moneda de curso legal en España, algunas voces se alzaron para denunciar la precipitación e inviabilidad de abandonar la peseta. Llegaron a anticipar escenarios apocalípticos. Los críticos del euro decían que la economía española no estaba preparada para la convergencia europea y que quitarle al Banco de España la posibilidad de devaluar la moneda ataría las manos del gobierno de turno para encauzar la economía en tiempos de recesión, como se había venido haciendo hasta entonces.
Pero lo cierto es que, salvo una moderada inflación debido a los redondeos al alza de los precios tras la llegada del euro (pocos negocios lograron resistir la tentación de no cobrar un 1 euro por un café que se venía vendiendo a 100 pesetas), la economía española conoció un periodo de crecimiento nunca antes visto. Desde la entrada en circulación del euro, España ha sido uno de los países que más crecimiento ha experimentado: nada más y nada menos que un 39,78 % en su producto interior bruto, solo superado por Irlanda (135,28 %) y Luxemburgo (86,33 %).
Con la posibilidad que nos da el paso del tiempo de mirar al pasado con objetividad, podemos comprobar que los más agoreros erraron totalmente el tiro en sus pronósticos. Las ventajas que vinieron de la mano de la implementación del euro en España superaron con creces a las desventajas: costes reducidos a la hora de realizar transferencias internacionales, crecimiento espectacular de los intercambios comerciales y facilidades para los flujos de capitales. También se logró una estabilidad mayor de precios, se consiguió atraer más inversión extranjera y se crearon sinergias de fortaleza entre los países miembros de la zona euro. Otra ventaja importante que tuvo un impacto muy positivo en la economía española fue la bajada considerable en los tipos de interés que el Estado tenía que pagar para financiarse, gracias a la convergencia común entre las economías del club del euro.
En resumen, el saldo de la adopción del euro ha sido netamente positivo para nuestra economía. El experimento de la moneda común ha pasado a ser una realidad madura que ha resistido a crisis importantes con gran resiliencia (véase, por ejemplo, el caso de la crisis mundial de 2008, la crisis de la prima de riesgo española o la crisis griega). De ellas, el euro ha salido fortalecido. El único riesgo real que podría hacer tambalear a la moneda común es el abandono de alguno de los principales países del club del euro. Escenario que, por el momento, parece muy lejos de materializarse.