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El pobrecito hablador

Sí hay que celebrar

No somos tan diferentes a los ecuatorianos. Tenemos trabajadores que no pueden vivir de su sueldo sumidos en el paro, el mileurismo, la pobreza, la desigualdad

Publicado: 14/10/2019 ·
18:50
· Actualizado: 14/10/2019 · 18:54
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Estas letras que lees se escribieron el sábado, mientras celebrábamos lo que llamamos Día de la Hispanidad. Machaco el teclado mientras una farola, probablemente independentista o bolivariana, impide la normal trayectoria del paracaidista que portaba la rojigüalda, mientras se filtraba la condena a los imputados en el juicio del procés, mientras un selecto grupo de intelectuales centro-franquistas pedía libertad de culto a la entrada del, ya cerrado, Valle de los Caídos.

Reflexionaba sobre lo que representa este día, o sobre lo que debería representar. Creo que su objetivo está anticuado. Ya que hay tantos que no están por la labor de no abrir antiguas heridas, tampoco se deberían abrir las que, en su momento, abrimos a los hermanos del otro lado del océano.  Este día debería representar un punto de unión, un nexo para todos aquellos que compartimos lengua, tradiciones y sangre.

Y he llegado a la conclusión de que claro que tenemos cosas en común, costuras que nos unen a unos y otros. Hoy, en Ecuador, un pueblo se ha levantado contra la injusticia, contra el neoliberalismo que considera al ser humano como un producto, una pieza en su maquinaria de consumo. Ese pueblo está muriendo, ahogado por la falta de empleo, la precariedad, la pobreza, mientras otros se hacen ricos con la miseria del resto.

No somos tan diferentes a los ecuatorianos. Tenemos trabajadores que no pueden vivir de su sueldo, sumidos en el paro, el mileurismo,  la pobreza, la desigualdad. Como al otro lado del Atlántico. Vivimos aplastados por un sistema que nos ha formado para vivir trabajando, consumiendo, necesitando más y más cada día para mantener en forma y bien engrasada la máquina que hace ricos a otros, mientras a nosotros nos hace aún más pobres.

Claro que tenemos que celebrar. Tenemos sobrados motivos para celebrar que un grito unánime de “BASTA” resuena en toda la Hispanidad, desde Quito hasta Madrid. desde Sinaloa al Cabo de Hornos. Tenemos que celebrar que no somos un pueblo que se deja pisar, sin excusa para pedir que levante el pie que lo ahoga, y que tenemos motivos más que sobrados para levantarnos, dejar de lamer la bota y morderla, hasta que deje de apretar, hasta que desaparezca.

El día que dejemos de celebrar desfiles militares, cabras, banderas y abucheos, y nos centremos en lo realmente importante, ese día sí que será una Fiesta Nacional.

 

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