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El cementerio de los ingleses

Gracias a todos

Los profesionales del Hospital Puerta del Mar han sido ángeles de la guarda, cuya prestancia y celo profesional he podido comprobar

Publicado: 15/04/2024 ·
13:49
· Actualizado: 15/04/2024 · 13:49
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Debe ser la edad, la situación vivida y el haberme sentido tan arropado, probablemente todo junto, que en estos días ando más sentimental que de costumbre. Hoy no voy a hablar de actualidad, de reflexiones que hacen medrar el alma... ni siquiera comentaré la ironía que supone que haya personas que hablan de medios politizados mientras escuchan a Vito Quiles, Vicente Vallés o Ana Rosa Quintana. Hoy es un día en el que estas líneas donde opino habitualmente encontrarán mejor uso en dar las gracias, que no me faltan motivos.

Para ponerles en contexto, hace casi un mes, mi padre era operado de urgencia. Sin entrar en muchos detalles, por razones obvias, les contaré que ha estado al borde del funesto precipicio que imaginan y que ahora le queda afrontar un larguísimo proceso de recuperación que aún aloja muchas interrogantes. Todo esto, tras innumerables e infructuosas visitas a urgencias donde no encontraban las causas de sus síntomas. Podría abundar en esto desde la indignación y rabia que produce haber visto a mi padre pasar por un sufrimiento innecesario, casi perderlo para siempre y saber el largo camino que le queda pudiendo haberse evitado todo esto; podría hablar de la negligencia que podría haberse producido o de la falta de sanitarios y recursos para hacer pruebas que habrían adelantado el diagnóstico y evitado el agravamiento; pero, como digo, hoy necesito dar las gracias a muchas personas.

Mis compañeros de trabajo se han portado de maravilla conmigo, de rey a paje, desde el primer momento. Casi tuve que empeñarme yo en acabar el turno que tenía que hacer para cubrir los mil kilómetros de distancia con mi padre con el deber cumplido y un mínimo descanso, que la carretera tiene esas exigencias. Se han preocupado por mi estado anímico y por la salud de mi padre en todo momento. En pocos lugares se han portado así conmigo, por no decir que en ninguno. Eso merece un eterno y sentido agradecimiento.

Los profesionales del Hospital Puerta del Mar han sido ángeles de la guarda, cuya prestancia y celo profesional he podido comprobar (por suerte y desgracia al mismo tiempo) en reiteradas ocasiones. A pesar de las distintas circunstancias que dificultan su trabajo y que hoy no quiero comentar, han estado al pie del cañón durante semanas y semanas para que cada pequeño rayo de esperanza fuera siendo cada vez más fuerte hasta llegar a este punto; ahora el horizonte es otro, queda mucho por hacer, pero sigue habiendo esa esperanza que hay mientras hay vida. Gracias de todo corazón.

A mis amigos, Jose, Javi, Patricia, Eva, Manuel, Liliana, Álex... que han estado arropándome en todo momento, brindando un abrazo cuyo calor podía sentir aunque fuera por Whatsapp. A mi pareja, porque en estos momentos ha sido el mejor apoyo que podía tener incluso a pesar de largas jornadas de trabajo. Y a mis compañeros escritores que me hicieron un huequecito de un día para otro en la Feria del Libro de Los Barrios pese a que había dicho que no iría después de haber sido anunciado. El arropo de todos los que he citado y algunos que se me quedan en el tintero por despiste mío o voluntad de los aludidos, ha sido clave para mantenerme entero. No sólo os habéis interesado por el estado de mi padre o de si necesitaba algo: también habéis sido el sostén de mi salud mental en estos momentos que la amenazaban. Como digo, gracias de corazón. A todos.

 

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