Comunicación

Publicado: 17/03/2024
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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E, incluso, la necesidad de rellenar un silencio con palabras aunque en realidad no se esté diciendo nada
La comunicación es un elemento fundamental para la vida. No me refiero solamente a la comunicación verbal. Cuando un perro mueve el rabo, se está comunicando. Si lo mueve de forma flexible y apuntando hacia abajo, está contento o quiere jugar. Si lo hace de forma rígida y apuntando hacia arriba, va a atacarnos. Es decir, el lenguaje corporal del animal nos está transmitiendo un mensaje sobre su estado de ánimo, sus intenciones y cosas así.

Aún sin abrir la boca, entre los seres humanos nos comunicamos también con nuestro cuerpo. Un abrazo demuestra aprecio, aunque si lo acompañamos de unas palmaditas tibias en la espalda puede tener algo de impostura y protocolo. Un apretón de manos es un gesto afectuoso aunque formal, una muestra de respeto y (en su origen) una muestra de no agresión. Un beso puede ser de cariño, de amor o de pasión. Una mano agitada al aire puede ser una despedida o un saludo a alguien que está lo bastante cerca para vernos pero lo bastante lejos para no poder pararnos un momento. Y así podríamos seguir un rato.

Ya entrando en la cosa de articular palabras, podríamos mencionar la importancia de la entonación (que puede denotar enfado, alegría, ironía...), el volumen de la voz, la velocidad o calma con la que se habla, si la voz es consistente o temblorosa y un largo etcétera de matices que nos pueden indicar desde cómo se encuentra quien nos habla hasta la propia veracidad de lo que está diciendo. E, incluso, la necesidad de rellenar un silencio con palabras aunque en realidad no se esté diciendo nada. La mayoría de discursos políticos que podemos encontrar hoy día son una buena muestra de esto último.

Vayamos ahora con la forma de comunicar. A veces, el propio lenguaje obedece a una serie de intereses. Por ejemplo, los idiomas europeos se consideran lenguas, pero llamamos dialectos a las lenguas africanas o a las lenguas nativas de América. Esto se debe a una intención de mostrar superioridad entre unas lenguas y otras. Otro ejemplo es hablar del genocidio nazi (que lo fue) mientras llamamos guerra o defensa ante el terrorismo al genocidio que Israel está llevando a cabo en Palestina.

En otro plano, hay formas de comunicación que son más que necesarias. Cuando planteamos a otras personas nuestras necesidades, sentimientos o límites, estamos sentando las bases de una comunicación sana. Si algo te molesta u ofende y lo haces saber, ya no habrá excusas sobre la ignorancia en el próximo hecho que te haga sentir mal. Si expresas que estás triste, probablemente alguien de tu entorno te ofrecerá apoyo y consuelo. Si, con tu pareja, os lo contáis todo, se creará un vínculo de confianza que no habrá quien lo destruya. Y un ejemplo de esto último lo podemos ver en la noticia bomba de esta semana: mientras Díaz Ayuso desmentía el presunto fraude fiscal de su novio, este había admitido los hechos y ofrecido un acuerdo a la Fiscalía. O alguien nos está mintiendo o falta comunicación en la pareja. En cualquier caso, poco futuro veo.

 

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