Un penalti transformado por Roberto Soldado a dos minutos del final dio la victoria a Valencia en uno de sus peores partidos de la temporada, en el que el Espanyol no fue capaz de aprovechar la incapacidad de su rival para sacar el partido adelante, ya que manejó el balón, pero no creó peligro.
La jugada clave fue el penalti señalado a dos minutos del final por manos de Héctor Moreno, que fue muy protestado por los jugadores visitantes y que estuvo acompañado de la expulsión del propio defensa mexicano y de Sergio García.
El Valencia sólo dio señales de vida en el primer cuarto de hora de juego, pero con lo que mostraron unos y otros sobre el terreno de juego, el Espanyol no debió perder, aunque volvió a hacerlo en un estadio maldito en los últimos años, en los que la polémica siempre ha envuelto a sus ajustadas derrotas.
Los primeros minutos estuvieron marcados por las claras ocasiones del Valencia, que se aproximó a la meta espanyolista con peligro, ya que los jugadores locales se mostraron mucho más intensos que los visitantes en los compases iniciales del choque.
Fruto de esa mayor presencia del Valencia en el partido, llegó el 1-0 al aprovechar Jonathan Viera un rebote y batir de disparo colocado a Cristian Álvarez.
El Espanyol ofrecía una mejor imagen cuando sus jugadores tenían el balón de medio campo hacia adelante que cuando defendía, aunque poco a poco se entonaron atrás, al tiempo que el Valencia perdió el fuelle de los primeros minutos y sus llegadas empezaron a ser cada vez menos frecuentes a la meta del equipo catalán.
Sin que sus llegadas fueran claras, poco a poco el Espanyol empezó a mostrar más potencial en ataque y fue capaz de aprovechar su opción para empatar a la media hora de juego en una acción de Verdú que remató Longo.
A partir de entonces, el Valencia no estuvo cómodo, tuvo dificultades en su juego de creación y el encuentro llegó al descanso con poco que reseñar, a excepción de las cuatro tarjetas vistas por los locales a pesar de que hasta entonces el partido no había tenido nada de especial en lo disciplinario.
El Espanyol fue un equipo más asentado que el Valencia al principio del segundo tiempo: tocó mejor el balón y creó más peligro que el Valencia, un equipo impreciso e incapaz de mantener el balón, que durante mucho minutos estuvo a merced de su rival.
El Valencia permanecía encerrado en su parcela y sin capacidad de respuesta ante un rival que se llevaba todos los balones divididos, lo que obligó al técnico local, Mauricio Pellegrino, a dar entrada a Banega y a Bernat para, al menos, conseguir que su equipo mandara en el encuentro.
El Espanyol no acompañaba su dominio de claridad en sus ocasiones, ya que sus disparos lejanos no creaban problemas a Diego Alves, pero tampoco pasaba apuros.
Parecía más cercano el 1-2 que el 2-1, sobre todo porque el Valencia era un equipo sin alma, hasta que en una acción aislada, a dos minutos del final, el árbitro, a instancias del asistente, consideró que Héctor Moreno hizo manos en un centro de Barragán.
Soldado marcó el 2-1 en una acción que se saldó con dos amonestaciones y dos expulsiones para el Espanyol, cuyos jugadores protestaron mucho la decisión arbitral, lo que castigó en exceso al equipo catalán, que en caso alguno mereció perder este partido y menos hacerlo con la crueldad con la que se le escapó el empate.