El Seminario Conciliar San Bartolomé de Cádiz acogió, la tarde del miércoles 21 de octubre, la Solemne Apertura del Curso Académico de los Centros de Estudios Diocesanos.
La inauguración oficial de este curso comenzó con la celebración de la Santa Misa en la Iglesia de Santiago de la capital gaditana, presidida por el obispo diocesano. Mons. Zornoza aseguró durante la homilía que “la Iglesia actúa siempre bajo la inspiración del Espíritu Santo y movida por su fuerza. El Espíritu Santo tiene que actuar y vivir en cada uno de nosotros, que somos miembros vivos de la Iglesia, y animar nuestra fe”.
Por otro lado, el obispo diocesano afirmó que no podemos caer en la desesperanza. “La tristeza por nuestros pecados y debilidades nos hace llevar a la conversión, que es otra fuente de alegría. Tenemos el privilegio de servir a Dios evangelizando. Le pedimos al Espíritu Santo que anime nuestra fe, que ilumine nuestra inteligencia, que nos consuele en nuestro interior y nos fortalezca para profundizar en el misterio de Dios, que es profundizar en nuestra fe”.
A continuación, tuvo lugar el acto académico en el que se leyeron las memorias tanto del centro de estudios del Seminario Mayor San Bartolomé y Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater, como del Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia Universidad de San Dámaso, el Instituto Diocesano de Teología y la Escuela de Arte Cristiano.
El jefe de estudios del Seminario San Bartolomé, Miguel Ángel García Mercado, hizo referencia al curso tan atípico vivido a causa de la pandemia de la Covid-19, que llevó a la paralización de la docencia directa. García Mercado destacó el esfuerzo del profesorado durante este tiempo, que permitió que los objetivos del curso pasado pudieran alcanzarse. Igualmente importante fue el trabajo realizado por los estudiantes, que por medio de trabajos, grabaciones o clases online, muchos de ellos consiguieron excelentes calificaciones.
En cuanto al Instituto de Teología a Distancia, ha continuado desarrollando sus dos ofertas académicas:
El título de bachiller, grado o máster en Ciencias Religiosas, en colaboración con la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD). Y el título DECA para los alumnos de Magisterio de Infantil o Primaria, en colaboración con el Instituto de Teología a Distancia (IITD).
Durante el curso 2019/20 el alumnado ha vuelto a aumentar hasta un total de 99 alumnos, 57 estudiando Ciencias Religiosas y 42 el título DECA, un 8% más que en el curso 2018/19. En lo que respecta al claustro académico, sigue contando con 32 docentes divididos en 7 áreas disciplinares.
En este curso la Universidad Eclesiástica San Dámaso ha graduado a varios alumnos en Ciencias Religiosas y ha concedido por primera vez la licenciatura a una alumna de nuestra extensión de Cádiz y Ceuta. Por su parte, el Instituto de Teología a Distancia, ha procedido a hacer un reajuste en la organización de los contenidos de los libros de texto para adaptarse a las exigencias marcadas por la Conferencia Episcopal Española para el plan de estudios de DECA Infantil y Primaria.
En el presente curso se seguirá ampliando la oferta académica en el ciclo de licenciatura, y se seguirán estudiando las mejores maneras de evaluación telemática en previsión de una oferta a distancia más completa.
Algo similar a lo indicado sobre la vida en general del Seminario Diocesano, puede aplicarse a los estudios que dependían de él. El Instituto Diocesano de Teología para laicos siguió desarrollando sus cursos de formación que, en este caso, abarcaron las ciudades de Cádiz, San Fernando y Ceuta, donde tuvieron una significativa acogida. En estas ciudades se tuvo como centro de reflexión y estudio la Sagrada Escritura.
En el curso actual, además de las dos materias que seguirán cursando los alumnos hasta ahora matriculados en estos cursos (que se desarrollarán en Cádiz, San Fernando y Ceuta), se pretende iniciar un proyecto de formación del laicado de seis materias -a desarrollar en dos cursos académicos- especialmente dirigido a los miembros de las Hermandades y Cofradías de nuestra Diócesis, con el que se pretende responder a la demanda y a la necesidad de la formación, como algo propio del laicado cristiano.
En cuanto al Curso de Arte diocesano, durante el curso 19/20 la primera promoción tendría que haber terminado los tres cursos previstos en el plan de formación. Por esto, desarrollaron en el primer semestre del curso dos asignaturas específicamente relacionadas con la temática del arte: Iconografía bíblica y mariana; y Técnicas artísticas, objetos y restauración. A estas materias se añadió otra de contenido teológico, indispensable para entender el mensaje que esconde la Iconografía: Cristología y Mariología.
En el segundo semestre se deberían haber cursado otras tres materias: Arte cristiano y Liturgia. Documentos magisteriales y Legislación; Música sacra; e Iconografía Hagiográfica, pero el confinamiento impidió que apenas se empezase con su contenido. Estos alumnos se incorporarán gratuitamente a la docencia en este curso cuando se den estas materias en el segundo semestre.
A su vez, el segundo curso -que recibió un importante incremento de alumnos- cursó las materias de Historia Bíblica, Teoría del Arte, y Arte Sacro diocesano I, pero -del mismo modo que los alumnos de tercero- solo pudo comenzar con la docencia de las materias del segundo semestre, que consistían en Retablística, Imaginería procesional y Arte Sacro Diocesano II. Cuando vuelvan a repetirse estas materias, estos alumnos las podrán cursar gratuitamente.
El jefe de estudios agradeció el trabajo de todos estos años de Juan José Gonzalo Mateo y Julio Herrera, que se han jubilado recientemente, y a los que Mons. Zornoza hizo entrega de un obsequio.
Por último, el Rector Magnífico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, Javier Mª Prades López, pronunció la Lección Inaugural, que versó sobre ¿Ayuda la libertad religiosa al bien de todos en la sociedad? Una reflexión teológica. A través de esta conferencia se propuso una aproximación crítica a los cambios experimentados en materia de libertad religiosa que requieren una interpretación adecuada, a 50 años de distancia de la clausura del Concilio Vaticano II.