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Cádiz

"Quiero ser científica de mayor para investigar mi enfermedad"

Iratxe tiene nueve años, padece una Hipertensión Craneal Idiopática y recibe clases en el aula educativa en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz

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“Quiero ser científica de mayor para investigar mi enfermedad”. Estas palabras son de Iratxe, una niña de tan solo nueve años que está ingresada en el Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Padece una Hipertensión Intracraneal Idiopática o Pseudo Cerebri, que en pocas palabras puede definirse como un trastorno neurológico, que se caracteriza por un aumento de la presión del líquido cefalorraquídeo dentro de la cavidad craneal, y que en situaciones “normales” el incremento de esta presión está justificada por una enfermedad, por ejemplo un tumor cerebral, pero conociendo que idiopático significa “de causa desconocida”, los médicos desconocen su origen en ella, su enfermedad se podría definir como un incremento de la presión intracraneal sin causa justificada.

Ella sabe perfectamente la enfermedad que tiene, habla abiertamente sobre ello mientras continúa coloreando el dibujo de un aguacate. Lleva ingresada trece días, nos cuenta su madre, y espera su tercera operación en tres años.

El caso de Iratxe es el de uno de los muchos niños ingresados en el Hospital Puerta del Mar, y que en su séptima planta encuentran un espacio para la diversión y para evadirse de la realidad.


Hablamos de hospital porque entramos por la puerta y sabíamos dónde estábamos, pero si nos hubieran puesto una venda antes de acceder al edificio y nos la hubieran quitado al llegar allí, no habríamos sido capaces de imaginar que aquello era un centro médico. Un sinfín de imágenes de dibujos como Bob Esponja y Pikachu decoran los pasillos. Los ascensores están pintados como si fueran las murallas de un castillo y claro, este jueves es Halloween, y el lugar estaba decorado para la ocasión.

En este piso se encuentra el aula educativa de este centro hospitalario, donde los niños en edad escolar que están ingresados, desde los tres hasta los dieciséis años, pueden asistir a clase para no perder el ritmo de enseñanza, y por lo tanto, no repetir curso.

En una de estas clases está Iratxe, quien sin dejar de pintar ese aguacate nos dice que “me llevo bien con los compañeros de clase que tengo aquí”, y preguntada sobre si sus profesoras le mandan muchas tareas, contesta con un rotundo “no” que provoca las risas de los presentes en el aula.

Iratxe, tristemente, no es la única niña que recibe clases en esta aula. Meli e Israel son los dos docentes con los que cuenta el hospital en estos momentos. Ella lleva más de veinte años impartiendo clases a los más pequeños.

“La finalidad principal es normalizar la vida de los niños, que haya una recuperación física, psíquica y psicológica, y que no se produzca ningún desfase escolar, y si se produce, que sea el mínimo”, ya que “un niño puede estar ingresado cinco o diez días, pero hay niños que por circunstancias están entrando y saliendo durante un año, nuestra función principal es que no se produzca un desfase escolar”, afirma Meli.

La docente se ríe al señalar que “la dinámica de las clases es lo menos parecido a una clase de un colegio”.

El itinerario es el mismo cada mañana. “Cuando llegamos hacemos un listado de los niños que podemos atender e intentamos recopilar al mayor número posible y empezamos las clases”, pero “a los niños que no se pueden levantar, les ofertamos algún libro o juego”.

En el caso en el que uno de estos pacientes vaya a estar ingresado durante un largo periodo, estos docentes se ponen en contacto con el colegio del niño. “Lo que intentamos es seguir su ritmo escolar y hacemos con ellos matemáticas, inglés, lengua… todas sus asignaturas. Nos tenemos que coordinar con los profesores porque nosotros no podemos luego ponerle las notas, tienen que ser los profesores de sus centros de referencia los que pongan las notas. Ellos nos mandan los exámenes por correo electrónico o correo ordinario y ellos los hacen aquí con nosotros y después los reenviamos al colegio”.

Israel es el otro docente del Hospital Puerta del Mar que imparte clases. “Yo llevo poco tiempo, me estoy encargando de hacer las actividades un poco más atractivas por medio de las nuevas tecnologías. Estamos utilizando programas para imitar concursos de la televisión y cogemos los ordenadores”.

“Estos programas hacen las clases más divertidas. Por ejemplo usamos el Kahoot, es como un concurso de la televisión, como Quién quiere ser Millonario, pero utilizando el dispositivo digital, en este caso el móvil”.

Ambos coinciden en que este tipo de actividades ayuda a que los niños socialicen. “Estas actividades las hacemos por grupo y conectan entre ellos”.

Los ejercicios grupales sirven para romper el hielo. “En un principio, cuando hay muchos niños, a ellos les cuesta. Nosotros hacemos juegos de socialización para que se conozcan por ejemplo “di tu nombre y algo que te guste, de que pueblo eres”, algo que sirva para unirse”, y “A medida que va pasando la mañana, ellos se van contando lo que le pasa a uno, lo que le pasa a otro y quitándose los miedos, y esto se convierte al final en una clase normal y corriente”.

Varias organizaciones colaboran con el Hospital Puerta del Mar, como es la Asociación contra el Cáncer con distintos talleres de pintura. “Todo por una sonrisa” también ayuda en esta acción social desde hace diecinueve años, y es algo que “a los niños les encanta, les llaman los payasos, ya que hacen teatros y manualidades entre otras cosas”.

Meli e Israel cumplen con una labor esencial en la vida de los pequeños. Quieren que se encuentren como si estuvieran en colegio. Han decorado el aula y toda la planta con telarañas y calabazas por el día de Halloween y afirman a que “casi todos los niños tienen sus habitaciones tematizadas y han hecho varias actividades en estos días”

Esta profesora que lleva más de veinte años como docente lo tiene claro. Aunque “no vea los resultados a nivel académico”, ser docente en un hospital “a nivel emocional las relaciones que se establecen entre los niños, los padres y los docentes es muy fuerte, casi nos convertimos en una familia donde todo el mundo nos conocemos”.

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