Cooperante por vocación y tradición familiar
Isaías Mariscal trabajará los próximos meses en un proyecto de mejora de la calida educativa en Panamá
Isaías Mariscal Vega, jerezano, tiene 27 años, es licenciado en pedagogía y en los próximos meses va a vivir la experiencia de trabajar como cooperante en un proyecto de mejora de la calidad educativa en Panamá.
Al igual que Isaías, otros quince jóvenes andaluces, cuatro de ellos de la provincia de Cádiz y una chica de entre ellos, también de Jerez, forman parte de un conjunto de personas que participarán en diversos programas a desarrollar en Asia, África y América central.
Isaías hizo lo mismo que otros muchos jóvenes licenciados en paro. Supo de la convocatoria del programa de Jóvenes Cooperantes del Instituto de Juventud (Injuve) y puesto que cumplía los requisitos exigidos, entre ellos el de estar desempleado, se inscribió en varios de ellos. La convocatoria acabó en mayo y las posibilidades de participar eran de unos 75 proyectos abiertos para jóvenes menores de 30 años de cualquier punto de España.
Isaías, por su licenciatura en Pedagogía, podía optar a cuatro de las plazas que exigían esa titulación, todas en Centroamérica. Al final, pese a haber elegido Cuba en primer lugar, obtuvo la de Panamá, después de superar varios procesos selectivos, primero a cargo del SAE de cada Comunidad autónoma y luego de superar el proceso nacional.
Supo que participaría del proyecto en julio pasado. No se trata de una iniciativa propia, sino de un trabajo ya en marcha de la Agencia Española para la Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid) -en su última etapa- a la que se incorporará para culminarlo, ya que acabará en marzo de 2010. La Aecid es la que impulsa y desarrolla los proyectos y, en última instancia, responsable del mismo. La participación del Injuve, por tanto, es a título de colaboración en la selección del personal.
Objetivos del proyecto
La iniciativa en la que participará este joven jerezano tiene como objetivo capacitar a profesores panameños para que puedan usar con solvencia las nuevas teconologías y los programas informáticos que se usan en ellas en su trabajo diario con sus alumnos.
Isaías Mariscal recordó que Panamá es, no obstante, uno de los países centroamericanos con un nivel de desarrollo más elevado en la zona -dentro de la precariedad general-, con un índice de analfabetismo mucho más bajo que sus vecinos colindantes.
Parte del proyecto está basado en la formación de los docentes a su cargo on line, mediante un programa en el que el Ministerio de Educación español lleva un tiempo trabajando para formar a profesores.
Isaías estará fuera de Jerez nueve meses, en los que, como otros muchos jóvenes cooperantes, recibirá un sueldo y deberá buscarse residencia y resolver su vida en Ciudad de Panamá como cualquier otro trabajador contratado por una empresa local.
Del país al que va sabe poco, como la mayoría de los españoles, por lo que junto al resto de cooperantes que se incorporarán a su destino el 1 de octubre, realizó a primeros de este mes un curso de formación, en el que recibieron nociones básicas, tanto de cooperación como de los países a los que van, incluyendo medidas sanitarias...
Su estatus en Panamá no es, obviamente, el de personal diplomático, pero frente a cualquier dificultad que pudiera surgir estará respaldado por la Embajada de España.
En lo personal, Isaías espera del trabajo “aprender mucho y aportar los conocimientos y la experiencia todo lo que pueda, pero, sobre todo, estoy seguro que aprender, aprenderé muchísimo”.
No obstante, de esta experiencia, lo que más ansía es ver cómo se desarrolla en el plano personal, en el intercambio de vida y cultura que lógicamente ha de producirse.
“Lo que más me atrae es la multiculturalidad que me voy a encontrar allí, ya que aquí es imposible encontrar las diferencias que se dan en Panamá, donde hay islas con personas que viven de una forma y con unos medios impensables aquí”, añade Isaías.
Lo que menos le atrae del viaje es que la residencia tenga que ser en la capital del país. Isaías Mariscal está convencido que de haber sido en cualquier otra ciudad la experiencia hubiera sido mucho más intensa. No obstante, las reducidas dimensiones del país -algo menos de diez mil kilómetros cuadrados más pequeño que Andalucía- permiten moverse con facilidad de un lado a otro, salvedad hecha de que las carreteras no son las mismas y los tiempos para desplazarse de un lado a otro tampoco son iguales que en España.
Panamá es un país muy rural con capitales de provincia que no superan los quince mil habitantes, lo que da idea de la importancia del campo y lo que, a juicio de Isaías, “a pesar de que tengan muchas carencias en medios materiales se puede entender que en otros aspectos tienen una mayor calidad de vida que nosotros”.
Hijo de misioneros seglares
Isaías Mariscal Vega es hijo de jerezanos emigrados a Ecuador, donde nació. País que por cierto no conoce ya que vino a España con tres años. Sus padres son seglares con vocación misionera que se marcharon a ese país donde residieron ocho años.
Isaías subraya que hace treinta años en España el movimiento asociativo y de ONGs era prácticamente inexistente, por lo que quienes tenían voluntad de ayudar en lo que hoy se entiende como cooperación internacional no tenían otra vía que las misiones, sobre todo si se era católico, como era su caso. Isaísas reconoce que siempre ha tenido “esa espinita”de conocer el país en el que nació, lo que espera que pueda hacer en el transcurso de estos nueve meses, o al final, cuando acabe su trabajo.
Por estas circunstancias, su familia está “encantada” con que Isaías pueda participar de esta experiencia, “sobre todo porque ellos han vivido algo muy parecido, aunque mucho más intensamente y con otros valores”.
Al igual que Isaías, otros quince jóvenes andaluces, cuatro de ellos de la provincia de Cádiz y una chica de entre ellos, también de Jerez, forman parte de un conjunto de personas que participarán en diversos programas a desarrollar en Asia, África y América central.
Isaías hizo lo mismo que otros muchos jóvenes licenciados en paro. Supo de la convocatoria del programa de Jóvenes Cooperantes del Instituto de Juventud (Injuve) y puesto que cumplía los requisitos exigidos, entre ellos el de estar desempleado, se inscribió en varios de ellos. La convocatoria acabó en mayo y las posibilidades de participar eran de unos 75 proyectos abiertos para jóvenes menores de 30 años de cualquier punto de España.
Isaías, por su licenciatura en Pedagogía, podía optar a cuatro de las plazas que exigían esa titulación, todas en Centroamérica. Al final, pese a haber elegido Cuba en primer lugar, obtuvo la de Panamá, después de superar varios procesos selectivos, primero a cargo del SAE de cada Comunidad autónoma y luego de superar el proceso nacional.
Supo que participaría del proyecto en julio pasado. No se trata de una iniciativa propia, sino de un trabajo ya en marcha de la Agencia Española para la Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid) -en su última etapa- a la que se incorporará para culminarlo, ya que acabará en marzo de 2010. La Aecid es la que impulsa y desarrolla los proyectos y, en última instancia, responsable del mismo. La participación del Injuve, por tanto, es a título de colaboración en la selección del personal.
Objetivos del proyecto
La iniciativa en la que participará este joven jerezano tiene como objetivo capacitar a profesores panameños para que puedan usar con solvencia las nuevas teconologías y los programas informáticos que se usan en ellas en su trabajo diario con sus alumnos.
Isaías Mariscal recordó que Panamá es, no obstante, uno de los países centroamericanos con un nivel de desarrollo más elevado en la zona -dentro de la precariedad general-, con un índice de analfabetismo mucho más bajo que sus vecinos colindantes.
Parte del proyecto está basado en la formación de los docentes a su cargo on line, mediante un programa en el que el Ministerio de Educación español lleva un tiempo trabajando para formar a profesores.
Isaías estará fuera de Jerez nueve meses, en los que, como otros muchos jóvenes cooperantes, recibirá un sueldo y deberá buscarse residencia y resolver su vida en Ciudad de Panamá como cualquier otro trabajador contratado por una empresa local.
Del país al que va sabe poco, como la mayoría de los españoles, por lo que junto al resto de cooperantes que se incorporarán a su destino el 1 de octubre, realizó a primeros de este mes un curso de formación, en el que recibieron nociones básicas, tanto de cooperación como de los países a los que van, incluyendo medidas sanitarias...
Su estatus en Panamá no es, obviamente, el de personal diplomático, pero frente a cualquier dificultad que pudiera surgir estará respaldado por la Embajada de España.
En lo personal, Isaías espera del trabajo “aprender mucho y aportar los conocimientos y la experiencia todo lo que pueda, pero, sobre todo, estoy seguro que aprender, aprenderé muchísimo”.
No obstante, de esta experiencia, lo que más ansía es ver cómo se desarrolla en el plano personal, en el intercambio de vida y cultura que lógicamente ha de producirse.
“Lo que más me atrae es la multiculturalidad que me voy a encontrar allí, ya que aquí es imposible encontrar las diferencias que se dan en Panamá, donde hay islas con personas que viven de una forma y con unos medios impensables aquí”, añade Isaías.
Lo que menos le atrae del viaje es que la residencia tenga que ser en la capital del país. Isaías Mariscal está convencido que de haber sido en cualquier otra ciudad la experiencia hubiera sido mucho más intensa. No obstante, las reducidas dimensiones del país -algo menos de diez mil kilómetros cuadrados más pequeño que Andalucía- permiten moverse con facilidad de un lado a otro, salvedad hecha de que las carreteras no son las mismas y los tiempos para desplazarse de un lado a otro tampoco son iguales que en España.
Panamá es un país muy rural con capitales de provincia que no superan los quince mil habitantes, lo que da idea de la importancia del campo y lo que, a juicio de Isaías, “a pesar de que tengan muchas carencias en medios materiales se puede entender que en otros aspectos tienen una mayor calidad de vida que nosotros”.
Hijo de misioneros seglares
Isaías Mariscal Vega es hijo de jerezanos emigrados a Ecuador, donde nació. País que por cierto no conoce ya que vino a España con tres años. Sus padres son seglares con vocación misionera que se marcharon a ese país donde residieron ocho años.
Isaías subraya que hace treinta años en España el movimiento asociativo y de ONGs era prácticamente inexistente, por lo que quienes tenían voluntad de ayudar en lo que hoy se entiende como cooperación internacional no tenían otra vía que las misiones, sobre todo si se era católico, como era su caso. Isaísas reconoce que siempre ha tenido “esa espinita”de conocer el país en el que nació, lo que espera que pueda hacer en el transcurso de estos nueve meses, o al final, cuando acabe su trabajo.
Por estas circunstancias, su familia está “encantada” con que Isaías pueda participar de esta experiencia, “sobre todo porque ellos han vivido algo muy parecido, aunque mucho más intensamente y con otros valores”.
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