A principios de la campaña electoral más de 200 estudiantes independentistas trataron de boicotear con gritos, insultos y empujones un acto organizado en la Universidad Autónoma de Barcelona y en el que iban a participar la candidata del PP Cayetana Álvarez de Toledo y el alcaldable por Ciudadanos Manuel Valls. La Generalitat de Cataluña guardó silencio. El pasado domingo, vecinos de Torroella de Montgrí (Gerona) acosaron en la plaza 1 de octubre (así rebautizada en homenaje al referéndum secesionista) a la líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, la insultaron y le profirieron gritos como “fuera, fascista”, “puta, vete a tu casa” y “andaluza”. Posteriormente, algunos enmascarados fueron vertiendo lejía en los sitios por los que había pasado Arrimadas para “desinfectarlos”. La Generalitat volvió a guardar silencio.
Sin embargo, tras conocer que en Coripe, y conforme a una secular tradición dirigida contra algo que simbolice lo negativo, se había quemado un judas con la imagen del golpista ex presidente Puigdemont, tanto la Generalitat como el partido JxCat anunciaron denuncias por un supuesto delito de odio. Contrasta esta hipersensibilidad del Gobierno catalán y de JxCat por la quema de un simple muñeco, con su inhibición cuando se acosa, insulta y desprecia a personas de carne y hueso como Álvarez de Toledo y Arrimadas. Para Torra sólo hay odio en el resto de España.