Posibles probables

Supongamos que hablamos de imposibles. De imposibles improbables. Que pueden llegar a ser probables. De imposibles alcanzables. Y posibles inalcanzables. El ser posible o imposible, es como todo, una categoría. Categorizamos las variables sin verdaderamente saber si están o no a nuestro alcance. Ni siquiera lo hemos intentado. Ni siquiera hemos jugado nuestras últimas cartas. Se nos da mejor tirar la toalla antes de tiempo. Que aún no hemos aprendido que la toalla debe secarnos el sudor después de cada esfuerzo. No tenemos que rendirnos porque los límites los ponemos nosotros mismos. Y llegaremos a dónde creamos que podemos llegar. Nada ni nadie tiene que impedirte alcanzar tus metas. Siempre que éstas no mueran, podrás alcanzarlas. ¿Donde están tus límites? Tal vez nunca hayas tenido la suerte de conocerlos porque ni siquiera te lo has planteado. Tómate unos segundos y piensa. ¿Dónde quieres llegar? ¿A qué aspiras en esta vida? No hay mejor sensación que aquella de sentirse realizado, aquella de haber conseguido todo eso que deseas. Pero siempre queremos más. Somos tan ambiciosos que en cuanto llegamos a un objetivo, automáticamente queremos otro. Porque queremos seguir creciendo, seguir escalando hasta la cima de la montaña. ¿Y cuando sabemos que estamos en la cima? ¿Qué hacemos cuando hemos llegado? Tan solo quedan dos opciones, mantenerse o bajar para volver a subir cuando tengamos aún más fuerzas. Porque hay veces que tocamos techo, que no tenemos opción de subir más y tenemos que volver a retomar el camino tocando fondo para coger impulso. Y no es malo caer, lo que no sabemos es disfrutar de la caída. En esa caída nos vendrán futuros aprendizajes y podremos ver qué es lo que tenemos que hacer para volver a dónde queremos llegar. Por eso no hablemos de imposibles improbables porque nosotros somos los encargados de convertirlos en posibles probables.