La economía española afronta el 2016 tocada por la inestabilidad política que vive el país y la presión de cumplir el objetivo de déficit público, sin saber si el nuevo Gobierno cambiará finalmente el Presupuesto que dejó aprobado el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Después de haber superado la recesión en el año 2014, el PIB ha conseguido cerrar el 2015 creciendo por encima del 3%, un umbral que no rebasaba desde los años previos al estallido de la crisis en 2007, y que sitúa a España a la cabeza del crecimiento europeo.
Con una gran recuperación del consumo de los hogares y de la inversión, la economía ha cerrado 2015 fuerte y con capacidad de generar unos 600.000 empleos en el conjunto del ejercicio, lo que hará que la tasa de paro baje más de dos puntos y que pueda situarse por debajo del 20% en 2016.
No obstante, la dificultad de formar un nuevo Gobierno tras los resultados de las elecciones del 20 de diciembre empaña ligeramente el futuro económico del país, que ya muchos analistas vaticinaban menos brillante que en 2015.
De hecho, casi todos los servicios de estudios anticipaban una moderación del PIB a tasas inferiores al 3% en 2016, y muchos organismos estaban esperando el resultado de los comicios para volver a revisar sus cifras.
Además de la incertidumbre, la economía tiene que afrontar en 2016 el reto de cumplir el programa de estabilidad y reducir el déficit público al 2,8%, lo que dejaría a España fuera del procedimiento de déficit excesivo y de la estricta supervisión de Bruselas.
Sin embargo, son muchos los que dudan de la capacidad del país para alcanzar el objetivo de 2015 (4,2%) y dejar el saldo por debajo del 3% el año entrante. Entre ellos, la propia Comisión, que ha pedido al Gobierno en varias ocasiones más ajustes en los Presupuestos para cumplir lo pactado.
De hecho, Bruselas cree que el déficit de España alcanzará el 4,7% en 2015, cinco décimas más que lo comprometido con la Unión Europea, y que se moderará al 3,6% un año después, ocho décimas por encima de lo previsto por el Gobierno.
La desconfianza de la Comisión se debe, en parte, a que España presentó en septiembre un plan macroeconómico con una subida del PIB del 3,3% en 2015 y del 3,1% en 2016, cifras que contrastan con las que se esperan en Bruselas (3,1% este año y 2,7% para 2016).
Además, la Comisión ve aún más difícil cumplir lo pactado después de que Hacienda haya tenido que incluir un gasto extra de 1.500 millones en el déficit de 2015 por contratos de Cataluña y el Ayuntamiento de Zaragoza del año 2013.
En este contexto, ha pedido al Ejecutivo en varias ocasiones que cumpla estrictamente el Presupuesto de 2015 y que haga algunos ajustes en el de 2016, unas cuentas que el Gobierno de Mariano Rajoy decidió presentar a pesar de no saber si sería el encargado de implementarlas.
EL PRESUPUESTO DE 2016
De hecho, el Partido Popular adelantó excepcionalmente la elaboración de los Presupuestos al mes de agosto para que las cuentas pudieran quedar definitivamente aprobadas antes de las elecciones y garantizar así la estabilidad económica del país, con independencia de los resultados electorales.
Casi toda la oposición afeó al PP esta decisión y le acusó de intentar imponer su forma de gobernar en la próxima legislatura. De hecho, muchas de las formaciones se comprometieron a modificar el Presupuesto si llegaban a La Moncloa, e incluso a elaborar uno nuevo.
Diez días después de las elecciones generales sigue siendo una incógnita quién ocupará La Moncloa durante los próximos cuatro años y asumirá las riendas de una economía que ha dejado atrás la recesión, pero que sigue lejos de los niveles de bienestar y empleo que había antes de la crisis.