Queridos hermanos de Cádiz y Ceuta:
El Papa Benedicto XVI me ha nombrado vuestro Obispo. Recibo su decisión con obediencia filial y con inmensa alegría. En el día en el que se hace pública esta noticia quiero dirigirme a vosotros para saludaros, ponerme ya a vuestra disposición y pediros ya desde ahora vuestra oración por mi.
Agradezco al Santo Padre la confianza que ha depositado en mí al nombrarme Obispo de vuestra diócesis de Cádiz y Ceuta. Doy gracias al Señor que, a pesar de mi debilidad, me ha llamado al ministerio apostólico. Me gustaría ser entre vosotros sacramento de Cristo, Obispo y Pastor de nuestras almas, servidor del Evangelio para la esperanza del mundo. Confío plenamente en El, que me llamó hace mucho a compartir su pastoreo, primero en el sacerdocio y luego en el episcopado. Siempre me ha confortado y me ha hecho experimentar la vida de la Iglesia, su verdad y su caridad, como una experiencia preciosa, y el gozo de servirle. Ahora que me envía a vosotros y me confía este ministerio me acojo a su gracia para servirle siendo testigo fiel de su evangelio.
Llego a una diócesis cargada de historia de fe viva, de santos, de mártires y de obispos ejemplares, signos elocuentes del Buen Pastor, lo que me obliga aún más a pedir con humildad la gracia de estar a su altura y seguir su ejemplo.
Saludo, en primer lugar, a quien ha sido hasta ahora vuestro Obispo, D. Antonio Ceballos, a quien quiero expresar mi afecto y gratitud; y, a continuación, a todos vosotros, sacerdotes, íntimos colaboradores del orden episcopal. También a los religiosos, a todos los miembros de institutos de vida consagrada y sociedades de vida apostólica, a los movimientos laicales, y a todos los fieles, a las familias y a los niños. De modo especial os saludo a los jóvenes, que vibráis aún con el impulso renovador de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid y a los seminaristas, que vivíis con alegría vuestra preparación al sacerdocio. He dedicado mi mayor esfuerzo estos años a vosotros: confío en vuestra entrega firme y gozosa –jóvenes y seminaristas--, como motor de la nueva evangelización a la que estamos llamados. Envío mi cordial saludo también a las comunidades de vida contemplativa, a cuya oración me encomiendo especialmente desde ahora.
Quiero recordar especialmente a los que sufren por cualquier circunstancia, a los enfermos y ancianos, a cuantos pasan necesidad material o espiritual, a los muchos emigrantes en su precariedad, a cuantos que de un modo u otro estáis padeciendo la crudeza de la actual situación económica. A todos os ofrezco desde ahora mi cercanía y consuelo. Y a quienes trabajáis y os ocupáis de ellos, viendo en su rostro a Cristo doliente, además, mi más profundo agradecimiento.
Saludo cordialmente a las autoridades civiles y militares autonómicas, provinciales y municipales a quienes ofrezco desde ahora mi colaboración sincera al servicio del bien común, y a todas las personas de buena voluntad.
Quiero expresar mi gratitud más sentida, en este momento de distanciamiento costoso para mi, a la iglesia de Getafe, donde he ejercido últimamente mi ministerio sacerdotal junto a su presbiterio, a quien tanto debo, y a su obispo titular D. Joaquín M. López de Andujar que me ordenó obispo, con quien he colaborado estrechamente estos últimos años y de quien tanto he aprendido y recibido. Gracias sinceras a todos por su ayuda, compartida en comunión sincera y auténtica fraternidad sacerdotal.
Queridos diocesanos de Cádiz y Ceuta: Anhelo estar pronto entre vosotros, conoceros personalmente y pastorear la Iglesia donde me envía el Señor, de modo que, unidos en El, vivamos cada uno nuestra vocación como hijos de la Iglesia y seamos fieles a la misión que nos ha encomendado, para que el gozo de pertenecerle se transmita con decisión y convencimiento a cuantos nos rodean, y puedan experimentarlo también cuantos le buscan con sincero corazón.
Así se lo pido a nuestros santos patronos de la diócesis, San Servando y San Germán, a San Daniel y a la intercesión poderosa de nuestra Madre queridísima, la Virgen María, tan venerada en las advocaciones de Virgen del Rosario y de Santa María de Africa
Rafael Zornoza Boy, obispo electo de Cádiz y Ceuta.