Tres malagueños y un madrileño, de entre 35 y 50 años, han sido puestos a disposición del juzgado de Instrucción de Totana (Murcia) como supuestos autores de un delito de estafa a una empresa de Mazarrón, valorada en 35.000 euros, informa la Guardia Civil.
La operación ‘Techdi’ ha culminado con la desarticulación de un grupo criminal formado por cuatro personas que han resultado investigadas como presuntas autoras de los delitos de estafa, acceso ilegal a sistemas informáticos, de usurpación de estado civil y de pertenencia a organización criminal.
La investigación se inició en noviembre del pasado año, cuando el representante de una empresa con sede en Mazarrón denunció ante la Guardia Civil haber sido objeto de una supuesta estafa.
Al parecer, haciéndose pasar por una mercantil de El Ejido (Almería), con la que tenían pendiente el pago de dos facturas por valor de 34.882 euros, personas desconocidas se habían apropiado de esta cantidad de dinero.
Agentes de los equipos de asesoramiento, prevención y respuesta en materia de ciberdelincuencia descubrieron la cuenta a la que fue transferido el dinero, la cual se encontraba a nombre de otra mercantil, con sede en Málaga, cuyo titular tenía antecedentes policiales por delitos similares.
La Guardia Civil averiguó que una vez en poder de esta persona, el dinero se había enviado de forma inmediata a otras cuentas bancarias, a nombre de terceros, encontrándose la mayoría de ellas ubicadas en Lituania y Suiza, conocidos paraísos fiscales.
Las ingentes labores de investigación y análisis exhaustivo de la abundante información recopilada resultaron positivas con la identificación de cuatro personas, presuntamente involucradas en un entramado delictivo dirigido a la comisión de estafas por vía telemática.
La Guardia Civil constató que los sospechosos, con el modus operandi conocido como ‘Man in the middle’, interceptaron el correo electrónico de una empresa de construcción de El Ejido (Almería) y crearon una dirección de correo electrónico similar a la real.
Después, sustituyeron el número de cuenta donde se debían realizar las transferencias, logrando de esta forma distraer el dinero y, perjudicando con ello, tanto a la empresa que hizo el pago, como a la que lo tenía que recibir.