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Absit Invidia

¿Crisis? (política) ¿Qué crisis?

Los partidos políticos niegan, por sistema, las crisis internas. Es la negación de la evidencia, algo tan antiguo como la democracia española.

Publicado: 24/01/2020 ·
20:15
· Actualizado: 24/01/2020 · 20:18
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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Ya lo decía Supertramp ¿Crisis? ¿Qué crisis? Apliquemos, pues, el nombre del cuarto álbum del grupo británico a las formaciones políticas. Esto es tan antiguo como la democracia española. No es propiedad de ninguno de los partidos. Es un mal  común. Es la negación de la evidencia. En el mejor de los casos, se admite el eufemismo del debate interno, que convierte a la formación en una especie de oasis de la pluralidad.

Esta semana lo hemos vuelto a ver. En el PSOE andaluz y en Vox. Cuatro dimisiones en la ejecutiva de los socialistas sevillanos auguran la lucha por la sucesión de Susana Díaz. Nadie lo admite en público; (casi) todos lo asumen en privado. En el partido más extremo de la derecha -es otra forma de decirlo-, aumentan los frentes. El (pen)último, la dimisión de la parlamentaria andaluza Luz Belinda Rodríguez, quien denuncia a sus compañeros de filas de presunto acoso laboral.

 

Parlamento andaluz.

 

Sin olvidar al juez Serrano, quien lideró una formación en Andalucía, que ahora le da la espalda. Vox comparece cada miércoles, junto al resto de formaciones, ante los medios de comunicación en el Parlamento andaluz. Uno tras otro. Portavoz tras portavoz. Es casi una especie de tradición parlamentaria. Y, cómo no estará el panorama, que el pasado miércoles ningún representante de Vox dio la cara ante los periodistas en esa palestra. Pero, claro, todos seguirán negando la crisis. Incluso, las formaciones que presumen de participación y democracia interna también han sufrido las consecuencias de luchas internas. Podemos, sin ir más lejos. Que se lo pregunten a Íñigo Errejón o Carmen Lizárraga, entre otros.

Aquí no se libra nadie. En Ciudadanos también hay luchas por el control del poder, ahora que falta un proyecto claro, en un partido que fue imagen y semejanza de su líder. Eso sí, el poder cohesiona. Ciudadanos, pero sobre todo el PP, tienen ahora en Andalucía un fuerte pegamento que mantiene juntas las filas. La propia estructura de los partidos genera situaciones de crisis. Son organizaciones jerarquizadas en las que, además, los procesos de primarias dirigidos desde las cúpulas son, a veces, más un problema que una solución.

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