Cuando comenzó la guerra civil española y la devastación y la crueldad que sufría el país era ya más que evidente se pusieron en marcha diversos intentos de mediación política internacional en España. En algunas se implicó el gobierno francés, en otras el británico -con bastantes menos ganas- pero con los mismos nulos resultados. Se plantearon iniciativas en la Sociedad de Naciones - antecedente de la ONU, con sede en Ginebra- por parte del gobierno republicano para conseguir un efectivo control de la no intervención de las distintas potencias. No salió adelante nada práctico para acabar la guerra mediante un pacto y que, acordada la tregua, el pueblo español definiera su futuro. Tampoco el episcopado español estuvo a favor de las iniciativas que el Vaticano alentó. Ha quedado acreditado que el cardenal Gomá, primado de España, - tras hablar con Franco- explicó al Vaticano que lo ideal para él era “una victoria brillante que significará el principio de una completa derrota de los rojos”. El presidente Roosevelt seguía una política firme de no intervención en los conflictos europeos, que consideraba un avispero. Alemania e Italia siguieron apoyando a Franco de manera masiva, mientras que las democracias europeas hicieron como que nada veían. Moscú se implicó tarde y mal con el gobierno republicano. Nunca hubo mediación.
Hace un mes Jueces y Juezas para la Democracia envió una carta al comisario europeo de Justicia rogándole una mediación. Más tarde, las otras tres asociaciones -la Profesional de la Magistratura, la de Jueces Francisco de Vitoria y el Foro Judicial Independiente - pidieron un encuentro con el comisario de Justicia europeo, Didier Reynders, solicitando además el cambio de sistema de elección del gobierno de los jueces. Luego, las cuatro asociaciones son las que denuncian que el “estado de interinidad en que se encuentra actualmente el CGPJ, desde hace ya tres años, constituye una grave anomalía que debe ser corregida”. Solicitan mayor peso de los jueces en los nombramientos del Consejo, de acuerdo con el Consejo de Europa. ¿Qué sucede para que representantes de un poder del Estado demanden mediación internacional?
La solución al atasco no puede ser sino que los presidentes del Congreso y del Senado convoquen los plenos que la Constitución exige para renovar todo lo bloqueado -Constitucional, Consejo, Defensor y Tribunal de Cuentas- y que cada partido se retrate ante los españoles. La mediación internacional es tan humillante como bochornosa.