La denuncia del abogado gaditano Ramón Dávila ante la Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) contra el juez titular del Juzgado de lo Social número 3 de Cádiz, Francisco de Borja Derqui-Togores de Benito, no es la primera. Una magistrada sevillana ya advirtió, en la línea de Dávila, de las formas “totalmente improcedentes, agresivas e irrespetuosas” que sufrió tanto ella como su cliente por parte de Derqui en una vista en 2017.
“Por fortuna no he vuelto a cruzármelo desde entonces”, asegura en conversación telefónica. “Fue kafkiano”, recuerda, porque “estuvo haciendo comentarios impertinentes” desde el primer minuto. “Es la única vez que he tenido ganas de llorar en un tribunal”, confiesa. Pero su iniciativa no prosperó.
Como tampoco lo hizo primeramente la del Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz, dirigida al juez decano y archivada, pero viva aún, pendiente de que se pronuncie el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) desde hace un año.
“Mantiene una actitud despótica y prepotente durante los juicios”, apuntan fuentes de la entidad. Hostiga igualmente a los testigos, a quienes llega a amenazar con llevar a la Fiscalía. Y las letradas destinadas al juzgado, sostienen, no aguantan y piden traslado. “Se van porque es insoportable”.
El conflicto, no obstante, no estriba exclusivamente en las formas. Hay un serio problema de fondo. “Las sentencias son unos copias y pega brutales”, aseguran las mismas fuentes, quienes lamentan que Derqui recalara en ese juzgado tras salir del Penal abruptamente sin tener conocimiento alguno de la materia. “Ni ganas de aprender tantos años después”, lamentan. “La clave está en concretar la cantidad de fallos que son recurridos con éxito”, apuntan.
“Pocos despachos de laboral lo aceptarían siquiera como pasante, no controla ni el Estatuto de los Trabajadores”, remata Dávila, quien explica que ha dado ahora el paso de hacer pública su queja por la gente joven de su gremio.
“Sus procedimientos son muy tensos, hay mucha presión, desnaturaliza los juicios” con gritos, violando el derecho de defensa, lamenta. “Quizá lo haga así para compensar su falta de autoridad y conocimiento”, especula. En cualquier caso, confía en que nadie vuelva a pasar por lo que tuvo que padecer él en la vista que colmó el vaso de su paciencia. Dávila acabó indispuesto y Derqui ni tan siquiera preguntó por él mientras era atendido por los servicios médicos en una habitación cercana. Antes, mantuvo un comportamiento “inaceptable” con el ex alcalde de Vejer, que respondía a sus preguntas y también expresó su incomodidad por el interrogatorio.
“Pienso recusarlo en cada juicio que me toque”, adelanta, al tiempo que se muestra satisfecho por el apoyo y las muestras de solidaridad recibidas por los compañeros tras informar de que trasladó su queja a la Sala de Gobierno del TSJA.
“No tengo afán de que lo sancionen”, aclara. De hecho, fuentes del Colegio Oficial de Graduados Sociales no tienen mucha esperanza de que se tomen medidas disciplinarias porque “entre bomberos no se pisan la manguera”. Pero coinciden con Dávila en que lo verdaderamente importante es que la sociedad gaditana sepa con quien se las juega en el juzgado.
“Es lamentable en que una jurisdicción con tan buenos jueces, uno solo denigre la profesión”, añade. E insiste: “Su falta de profesionalidad contrasta con la de los otros dos magistrado de Cádiz, los tres de Jerez o el par de Algeciras”.