La pandemia ha venido a dejar las vergüenzas del sistema al desnudo. Ha venido a demostrar que no todas las personas vivimos la pandemia con las mismas condiciones y a demostrar que el medio ambiente necesita que bajemos el ritmo. El ritmo de un sistema económico capitalista que devora todo cuanto se le pone delante, que no tiene límites en su apropiación y explotación desmedida.
Es obvia que la sobreexplotación de recursos del planeta nos está haciendo ir hacia la crisis climática con pasos agigantados, pero, además, este sistema, en su reinvención constante para seguir creciendo ilimitadamente, hace de las mujeres un sujeto de explotación, de comercialización.
La ya desgraciadamente conocida brecha salarial sigue sin cerrarse, el paro maltrata especialmente a las mujeres que ocupamos puestos sobre todo en el sector servicios, un sector en el que la división sexual del trabajo nos hace situarnos en los cuidados con empleos peor valorados económica y socialmente.
Nuestra condición biológica de dar vida hace que tengamos peores condiciones laborales, dar vida nos resta derechos laborales. Pero esa misma condición es la que hace unos años aquí quieren convertir en un negocio, convertirnos en mujeres vasijas. Pero no podemos permitir que se comercialice con nuestros cuerpos, no puede ser que sea una opción de supervivencia vender tu salud por los deseos de otros y la falta de escrúpulos del sistema.
La pobreza feminizada significa que estamos sometidas a peores condiciones de vida, suponiendo un deterioro de nuestra salud mental y física. Somos las mujeres andaluzas las que nos medicamos por trastornos de depresión y ansiedad en una cifra que duplica con creces (8 de cada 10 personas) a la de los hombres. Pero no se equivoquen, no es por que seamos más sensibles o débiles por naturaleza, es por el hecho de que sobre nuestra espalda recaen gran parte de las tareas que nos son asignadas por nuestra condición de sexo.
Durante el confinamiento, las mujeres que sufren maltrato se han visto obligadas a convivir con sus agresores y con una respuesta muy limitada por parte de las administraciones públicas donde las casas de acogidas son escasas. Cabe decir que las denuncias por violencia machista y las asesinadas en Andalucía suponen el 20% del total en España.
Las desigualdades que sufrimos las mujeres son tan diversas que he aquí sólo una muestra para hacer de este 8M de 2021 una jornada combativa para que nuestras reivindicaciones en materia de igualdad ocupen, junto con el cuidado del medio ambiente, el centro de las políticas andaluzas. Nuestra salud y la del planeta, en el centro de las agendas, por la centralidad y la sostenibilidad de la vida.
Mar González,
Coportavoz de Verdes Equo Málaga
Ejecutiva de Verdes Equo Andalucía
