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San Fernando

Ferrer-Dalmau, satisfecho como académico de San Romualdo porque su obra esté en La Isla

El pintor conoció la ubicación del cuadro en el Museo Naval que será tratado e iluminado y mantuvo una reunión con la Academia de San Romualdo.

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El pintor Augusto Ferrer-Dalmau visitó este viernes el Museo Naval de San Fernando para conocer el lugar en que se ha colocado la obra El último combate del Glorioso, que ha sido trasladada desde el Museo Naval de Madrid al de San Fernando a modo de “pago de una deuda” que el Instituto de Historia y Cultura Naval contrajo con la ciudad cuando trasladó a Madrid la obra Mi bandera, del mismo autor y que fue donada en 2014 a la Infantería de Marina por la Junta de Extremadura.

Esas eran las palabras que pronunciaba el miércoles pasado el director del Instituto, almirante Jun Rodríguez Garat, en el acto de entrega del cuadro. Saldada la deuda, el pintor se trasladó a San Fernando el viernes -está en Andalucía realizando los estudios para un cuadro sobre la Legión- y también en la provincia de Cádiz, en concreto en Algeciras, para pintar la batalla de Algeciras y aseguró su complacencia con que el cuadro haya llegado a San Fernando, donde fue nombrado el pasado año académico de la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes.

Es más, se refirió a la historia del navío que fue apresado por los buques ingleses cuando se dirigía hacia Cádiz, ciudad a la que nunca llegó. “Quizá no llegó entonces pero ya ha llegado. Ya sabemos por qué no llegó”.

Una vez recibido en el Museo Naval de San Fernando por su director, el coronel de Infantería de Marina Miguel Flores Biernet, pudo ver el emplazamiento y tratar con los técnicos del museo algunos aspectos sobre el mantenimiento de la obra, como otra capa de barniz que es lo habitual en estos casos y la iluminación del cuadro para que el espectador pueda admirar todos los detalles.

La obra en sí es única por cuando para el propio autor supone una novedad que se ha saldado con un éxito indiscutible, como no podía ser menos. Y es que como María Fidalgo, historiadora del arte y la autora de los libros sobre la pintura de Ferrer-Dalmau, ya dijo el mismo miércoles y corroboró Augusto Ferrer-Dalmau el viernes ante la obra, “lo mío son los caballos, la tierra” aunque en este caso ha logrado todo un hito tanto en el formato que no es el habitual con el que trabaja el “pintor de batallas” como en el tema elegido, el mar que siempre le ha costado pintar.

Sin embargo, en palabras de Fidalgo, ha conseguido una obra única al ser capaz de unir por un mismo discurso pictórico las tres partes en las que suele dividir el cuadro, el cielo, el motivo y la tierra -en este caso el agua- pasando de un medio a otro con una suavidad de todos sólo al alcance de los más capacitados.

No en vano, para pintar este cuadro ha llevado a cabo todo un trabajo de campo que en este caso es de estudio. En colaboración con su amigo y a veces celoso admirador, Arturo Pérez-Reverte, realizaron una maqueta del Glorioso, la bombardearon en un auténtico ejercicio de ingeniería y pintó el resultado final que es lo que muestra la obra.

“Yo no sé cómo se desarbola un barco ni como queda tras una batalla”, de forma que tuvieron que reproducirla a escala siguiendo las indicaciones que se tienen sobre ese combate, las posiciones de cada nave enemiga y su capacidad artillera. Quizá por eso ahora se ve como su el espectador estuviera sobre uno de los buques atacantes, a la misma altura que el Glorioso.

También defendió su pintura como realista y no hiperrealista, como la califican algunos. De hecho, tanto Fidalgo como el propio Ferrer-Dalmau señalaban sobre la ejecución que las figuras son dibujadas por el pincel y al acercarse se observan las pinceladas secas. El dibujo, el pretendido hiperrealismo que no lo es, se produce sólo cuando el cuadro se observa desde una cierta distancia, lo que desmonta cualquier otro calificativo que no sea el que el propio pintor se arroga: realista.

Ferrer-Dalmau ante su obra.

El cuadro ahora va a ser sometido a un estudio de iluminación que sustituya la provisional con que se ha colocado en el Museo Naval. Será el diseñador italiano con el que trabaja Ferrer-Dalmau el que se traslade a San Fernando para rematar el trabajo. Y lo dejó claro: - “Eso lo pago yo de mi bolsillo”.

Tras el acto formal en el Museo Naval donde además posó ante el cuadro a petición de este periódico, con los miembros del Museo y con la representación de la Real Academia de San Romualdo -la otra parte de su visita a San Fernando- recorrió las instalaciones y conoció los cambios implementados en los últimos tiempos.

Ferrer-Dalmau recibió un ejemplar del último gran hito bibliográfico de la Academia de San Romualdo. Se trata de un estudio exhaustivo sobre la vida, obra y muerte del político venezolano Francisco de Miranda, que ya fue objeto de un ciclo de conferencias en la academia. Los estudios posteriores han completado la historia con una gran profusión de datos inéditos.

 

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