Los vecinos de Casariche viven con relativa normalidad ser el primer pueblo andaluz confinado tras el estado de alarma, a la espera de que las medidas anunciadas por la Junta de Andalucía se apliquen en toda su extensión, tras entrar en vigor a partir de hoy.
Una pareja de la Guardia Civil con servicios normales a la entrada del pueblo es la única presencia de cuerpos y fuerzas de seguridad del estado que se aprecia en el extrarradio de este municipio sevillano, donde hoy deberían haberse comenzado a aplicar las medidas de confinamiento anunciadas ayer por la Junta y publicadas ya por la noche, pero de momento no se aprecia en el pueblo nada distinto al día de ayer.
La razón la apunta el alcalde, Basilio Carrión, que explica a Efe que desde la Junta todavía no se han concretado al Ayuntamiento en persona las medidas a adoptar “y estamos pendientes de la celebración de una Junta Local de Seguridad extraordinaria en la que todo se pondrá sobre la mesa”.
No obstante, para que salga adelante el refuerzo de seguridad que necesita el pueblo en estos días, la Junta tiene que pedir el mismo al Gobierno central, algo que, según la Subdelegación del Gobierno, todavía no se ha hecho: “Si nos piden colaboración, será plena y absoluta, pero por ahora no hay petición”, explican fuentes de este organismo.
Por su parte, desde el Gobierno andaluz se sostiene que se ha remitido toda la documentación a la Delegación del Gobierno central en Andalucía, para que proceda a trabajar en el sentido de garantizar la seguridad.
Si sale adelante la petición, lo que se hará es dotar al pueblo de más agentes de la Guardia Civil, que es el cuerpo competente en esa zona de la provincia de Sevilla, pero cuando todo se termine de negociar ya llevarán los vecinos como mínimo dos días de su particular confinamiento en el fondo, pero no en las formas.
Según las medidas publicadas en el BOJA anoche, a los vecinos se les permite “la asistencia a centros, servicios y establecimientos sanitarios; cumplimiento de obligaciones laborales, profesionales, empresariales o legales; asistencia a centros docentes y educativos, incluidas las escuelas de educación infantil; retorno al lugar de residencia habitual o asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes, personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables".
Contempla otras excepciones, pero por ahora la vida es la de un pueblo “que lleva dos semanas aproximadamente confinado, porque así se lo pedimos hace dos semanas”, explica el alcalde, con lo que encontrar a alguien por la calle es complicado, igual que conseguir que alguien hable con la prensa, entre los vecinos enfadados con la Junta, con el Ayuntamiento, con el Gobierno o con los periodistas.
Basilio Carrión, de todas formas, aunque critica que “las medidas llegan tarde”, confía en que la tasa de contagios en su pueblo, superior a los 4.500 por 100.000 habitantes, vaya disminuyendo: “Llegan tarde, pero si son positivas, mejor, aunque tendrían que haberse aplicado mucho antes”, sentencia.
Así, recuerda que, aunque el BOJA cita que hay que cerrar los parques públicos, el Ayuntamiento ya los cerró hace más de una semana, y los propios vecinos están autoconfinados y salen de casas solo por causas excepcionales.
Con todo, el alcalde pide tranquilidad a los vecinos, entendiendo que “esto es una vuelta de tuerca que puede ser pesada, pero las tasas de contagios que hay son las que hay, y esperemos que, si todo evoluciona a mejor se puedan modificar y suavizar las medidas”.
Por ahora, todo está pendiente de que se refuerce la seguridad y se cumplan las medidas de confinamiento, y si todo va bien el pueblo volverá a la normalidad a las 8.00 de la mañana del 13 de octubre, y si no, habrá que volver a mirar el calendario y afrontar con paciencia el hecho de ser el único pueblo andaluz, de momento, confinado oficialmente.