“Deja de comer porque te van a quitar a tus padres” es un comentario que ha empezado a usarse entre escolares para referirse a aquellos niños con sobrepeso a raíz del caso del menor cuya custodia paterna ha sido retirada por el Juzgado de Familia de Ourense, afirma la profesora de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, María Isabel Casado.
La judicialización de la obesidad infantil, añade, “da pistas de la gravedad del problema”, pero los tribunales deben ser “el último peldaño”.
“La Administración más que retirar al niño de su entorno familiar debe limitarse a colaborar con los padres y ofrecerles los medios para corregir la situación”, asegura la presidenta del Consejo Español de Abogados Jóvenes, Mayte Cruz, que ejerce en Ourense.
Separar al menor es un mecanismo “muy agresivo” para el desarrollo del niño y un grave riesgo psicológico, opina.
El menor llegó a pesar 81 kilos pero ha perdido diez en el último mes y medio, por lo que Casado cree que “ya no padece obesidad mórbida y puede seguir perdiendo con ayuda del endocrino”.
“El nivel de preocupación por la obesidad infantil es máximo”, asevera el presidente de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), Roberto Sabrido, quien recuerda que la OMS la califica como la “primera pandemia no infecciosa del siglo XXI”.
Es la segunda causa de muerte prevenible tras el tabaco y, además de originar otras patologías como la diabetes tipo 2, es un problema social porque el gasto sanitario derivado de su tratamiento representa entre el 5 y el 7% del total, añade Sabrido.
Actuar desde la infancia mediante una buena educación alimentaria por parte de padres y escuela es esencial porque el 80% de los niños obesos termina siéndolo de adulto.
Las causas del sobrepeso infantil son las mismas que en los adultos: el sedentarismo y la alimentación.
Los niños de hoy –denuncia Casado– no juegan en la calle y han cambiado la comba o el balón por los vídeojuegos y el ordenador, reduciendo su gasto calórico.
Además, varias generaciones están creciendo con pizzas o productos preparados en hogares donde no hay tiempo para cocinar y las comidas han dejado de ser “un acto para hablar y compartir juntos en familia”.