Rosendo, vocalista líder del mítico grupo de rock Leño, no compuso la letra de su tema El Tren, en Andalucía. No. Ya se lo digo yo. Esto que contaba la canción: sube a mi tren azul/su dulce chimenea te puede dar/algo que hace tiempo buscas tú/si controlas tu viaje serás feliz/Un día yo quise viajar en él/subí despacio y me acomodé/vi rostros deshechos de satisfacción. Como que no.
Supongo que la compuso en su barrio de Lavapiés (Carabanchel, me corrigen), en Madrid. Si lo hubiera hecho en Jaén, Campo de Gibraltar, Almería, Huelva, Osuna, Antequera, Bobadilla, Loja, Guadix, y tantas y tantas ciudades y pueblos andaluces como años tiene Rosendo, el tren estaría desteñido, no habría control sobre el trayecto, y habría que buscar antónimos de felicidad y satisfacción.
Este asunto debería ser materia de Estado, pero del Estado andaluz. Ya sabemos que el AVE barato no llegará a Andalucía hasta mediados de 2021, mientras madrileños y catalanes podrán disfrutar de él en abril próximo. Es el Más Madera (otro tema de Leño) en el transporte ferroviario de nuestra región, que verdaderamente clama al cielo, pero al cielo de Moncloa.
Hace escasos días varios centenares de personas, llegadas desde el interior (viajarían en coche o autobús, claro) de las provincias de Málaga, Granada, Córdoba y Sevilla se manifestaron en la capital hispalense para exigir el mantenimiento del tren en sus pueblos, ya que la implantación de las líneas de alta velocidad ha modificado el tráfico ferroviario.
No hay que olvidar que el tren es un servicio público, que además puede ahondar más en la despoblación de la Andalucía rural contra la que (supuestamente) están luchando las administraciones. A más a más, ahí están los héroes -más que usuarios- del tren en Jaén y Algeciras. Más que un transporte es una aventura. Uno sabe cuándo se sube, pero no cuándo se baja. Trenes de la década de los setenta o maquinaria desechada de Extremadura tras la presión social en aquella comunidad. Ésa es la realidad. Tirando de ironía, es un verdadero servicio low cost, aunque los precios no lo sean. Pasan gobiernos, y sin solución. Por no hablar de los corredores ferroviarios, pero éste es otro tema, que merece el detenimiento de una futura ocasión.
