La infanta Elena ha sido la encargada de cumplir en esta jornada la tradición de que el rey o un miembro de su familia venere cada primer viernes de marzo la imagen del Cristo de Medinaceli en su basílica madrileña.
A su llegada a la iglesia doña Elena ha sido recibida con aplausos de los cientos de feligreses que en ese momento se encontraban en los alrededores del templo, muchos de ellos a punto de acceder a su interior para besar, como manda la costumbre, los pies de la imagen del Cristo y pedir tres deseos para que, según la creencia, se cumpla uno.
La infanta ha sido recibida por el ministro provincial de la comunidad de los padres capuchinos, Benjamín Echeverría, y otros representantes de esta orden que regenta la iglesia, y ha saludado a los integrantes de la junta de gobierno de la archicofradía de Jesús de Medinaceli.
Desde su entrada en la basílica y hasta que ha llegado a pocos metros de la imagen del Cristo ha ido saludando a decenas de fieles que querían besarla o estrechar su mano.
Mientras sonaban los acordes del himno nacional interpretado por el organista de la iglesia, la infanta se ha situado frente a la talla, se ha santiguado y, a continuación, ha besado el pie derecho y ha tenido un momento de recogimiento ante ella.
Ya en la sacristía del templo ha departido unos minutos con una decena de miembros de la comunidad de las padres capuchinos, y a la salida, de nuevo con el himno nacional de fondo, ha vuelto a repartir saludos que ha continuado en el exterior entre algunos gritos de ¡viva España! y ¡viva la infanta!.
Ha sido la segunda ocasión en la que doña Elena cumple con este rito desde que Felipe VI asumió la Corona en 2014, ya que también lo hizo hace dos años, en 2017.
El año pasado fue el propio don Felipe quien acudió a la basílica, en la que fue la primera vez que lo hacía como rey, mientras que la reina Sofía protagonizó esta práctica en 2015 y 2016.
Miles de personas se congregan cada año a las puertas de la basílica de Jesús de Medinaceli cada primer viernes de marzo, esperan largas colas y algunas guardan el sitio durante días para cumplir con esta tradición.
La vinculación de la Familia Real con esta imagen, de 1,73 metros de altura y tallada en Sevilla en la primera mitad del siglo XVII, se remonta a su participación en 1682 en una procesión en Madrid en honor del Nazareno.
La procesión se organizó al llegar la efigie ese mismo año tras haber sido rescatada de manos del sultán marroquí Muley Ismail, que meses antes se había hecho con la colonia española de Mámora (actual Mehdía) y a la que los padres capuchinos de Sevilla habían llevado la talla.
Han sido muchas las vicisitudes por las que ha pasado esta imagen, que se ha ido ubicando en diversas iglesias hasta que permanece en la actual desde el final de la Guerra Civil.
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La infanta cumple la real tradición de venerar al Cristo de Medinaceli
A su llegada a la iglesia doña Elena ha sido recibida con aplausos de los cientos de feligreses que en ese momento se encontraban allí
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