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‘Clímax’: Sangrías

Devastadora y desasosegante, es un retrato inmisericorde y poderoso de lo peor de una especie, que se cree superior, cuando es sometida a determinados estímulos

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Esta película transgresora e inclasificable, ganadora de la Quincena de Realizadores de Cannes y del Festival de Sitges, es una producción francesa escrita  y filmada por el argentino, radicado allí, Gaspar Noé, cosecha del 63, entre cuyas controvertidas propuestas están ‘Irreversible’ (2002) y ‘Love’ (2015), algo así como un porno “de autor”, con sexo real entre sus intérpretes…

‘Climax’-de 95 minutos de metraje, escrita por el propio director, muy bien fotografiada por Benoit Debie, con una música potente de temas punk y rock, entre otros muchos y con una puesta en escena tan psicodélica, frenética y espasmódica como la propia historia- está basada, aunque pasada por el tamiz de la ficción, en un hecho sucedido en ese país, en los años 90, en los que también transcurre la acción.

Sigue a una veintena de jóvenes bailarines-as -cuyas selecciones previas se nos muestran y en las que les preguntan qué están dispuestos a hacer por su vocación- van a ensayar a un internado perdido en el bosque y durante una de las fiestas, alguien echa LSD a la sangría y se desatan la locura y la paranoia más absoluta, debidas tanto a los efectos de la propia droga, como a las dudas posteriores sobre la identidad del autor-a de semejante fechoría.

Y lo que sigue es una experiencia psicodélica, hipnótica y de un pathos progresivamente inquietante, que comienza con unos ensayos aparentemente banales tipo ‘Flashdance’, aunque con mucho más poderío visual, hasta convertirse en una vivencia aterradora, en una suerte de posesión colectiva, con tintes catárticos, destructivos y crueles hasta lo insoportable.

Un trance orgiástico y feroz donde los danzantes se despojan de cualquier atisbo de algo que se da en llamar humanidad, consciencia, coherencia y autocontrol, aunque sí tengan claro, a su manera…, que algo les ha provocado dichas reacciones, que algo extraño y terrible les está ocurriendo y se acusen unos a otros de ser los culpables.  Una posesión demoníaca, vía sangría…, y sangrienta, cuyos efectos serán devastadores para todos, especialmente para dos de ellos -no se va a hacer spoiler- que, sin haberla bebido, afrontarán las peores consecuencias.

Noé invierte, y subvierte, también hasta los propios títulos de crédito a los que sitúa al principio de la proyección, aunque intercale algunos complementarios y frases alusivas a la imposibilidad de lo colectivo y lo deseable de la muerte durante ella. No se levanten, pues aún ocurren más cosas cuando respiras al pensar que ha terminado…

Cuenta con un elenco de personajes y bailarines -del que apenas si le importan sus personalidades, aunque las refleje de alguna manera y también la forma diferente en que enfocan la desinhibición absoluta a nivel sexual, verbal y prácticamente hablando, los hombres y las mujeres- en el que brillan Sofia Boutella, Romain Guillermic y Souhelia Yacoub, aunque todos se entreguen a fondo con la mayor solvencia.

Devastadora y desasosegante, es un retrato inmisericorde y poderoso de lo peor de una especie, que se cree superior, cuando es sometida a determinados estímulos. O la tomas, o la dejas. O la amas, o la odias. O te parece pertinente o vacía de contenido. O entras o no en ella… Todo es legítimo. A quien esto firma, a quien le pesaba el hecho de verla e iba muy predispuesta a odiarla, le interesó mucho.

Escrito queda. Ustedes mismos.

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