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España

La nueva vida del capo Oubiña o cómo expiar la culpa

Dice el juez Castro en su auto que la actividad con la que se ha comprometido con esta ONG "le permitirá conocer, valorar y asumir las consecuencias"

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  • Oubiña. -

Hubo una época en España en la que hablar de narcotráfico era hablar de Laureano Oubiña, el capo del tráfico de hachís en Europa. E ironías de la vida, este hombre, nacido en Cambados (Pontevedra) hace 70 años, va a colaborar en la reinserción de toxicómanos ahora que ha recibido el tercer grado penitenciario.

Su edad, su buen comportamiento, el escaso tiempo que le queda de condena (las tres cuartas partes las cumple el próximo 11 de julio) y el hecho de haber asumido su responsabilidad han sido argumentos que el juez central de Vigilancia Penitenciaria, José Luis Castro, ha esgrimido en el auto que concedió el régimen abierto a Oubiña en espera de tramitar, quizá en breve, su libertad condicional.

Lejos de su comunidad natal, Galicia, desde la que ya con 17 años comenzó a trapichear con el tabaco (llegó a fundar su primera compañía de estraperlo de ese producto), Oubiña trabajará con la Asociación San Francisco de Asís en la zona de Puerta de Hierro de Madrid, a la que cada día se dirigirá desde el Centro de Inserción Social (CIS) de Alcalá de Henares.

Dice el juez Castro en su auto que la actividad con la que se ha comprometido con esta ONG "le permitirá conocer, valorar y asumir las consecuencias de la actividad delictiva".

"Siendo importante -añade Castro- como proceso de reinserción que el penado trabaje en la atención de personas en situación de marginalidad y, de forma más concreta, con aquellas personas que en su momento entraron el mundo del consumo de tóxicos".

Oubiña ha propuesto voluntariamente la realización de esta actividad con la ONG, a la que acudirá desde el citado CIS, adonde ha llegado hoy desde la prisión de Navalcarnero (Madrid) en un coche conducido por el capellán de la cárcel.

Desde hoy Oubiña podrá gozar de un régimen abierto en unas condiciones aún por determinar, aunque su abogado cree que tendrá que dormir en el CIS al menos de lunes a jueves.

"Goza de apoyo familiar y ha fijado su domicilio y actividad con la ONG fuera de Galicia", cita el juez Castro en el auto como otra de las cuestiones que ha valorado para su decisión, al igual que su "evolución global positiva" por el "buen uso" de los permisos de salida de los que ha disfrutado y la ausencia de expedientes disciplinarios durante su internamiento.

A su salida, Oubiña no ha escatimado críticas a los responsables de la cárcel, que ha calificado de "gran negocio". Pero ha sido en la prisión, donde ha pasado una parte importante de su vida, donde el exnarco se ha formado en las nuevas tecnologías, conocimientos que le han permitido crear su propia página web.

Claro, que ha tenido que formarse lejos del lujo y boato que tanto exhibió en sus épocas de vacas gordas, cuando su actividad delictiva le reportaba pingües beneficios, como podía comprobarse con echar solo un vistazo al pazo Baion, otrora de su propiedad, luego del Estado al formar parte del Fondo de Bienes Decomisados y ahora de una cooperativa de vinos.

Fue en 1990 cuando Oubiña, que en todas sus imágenes, incluidas las de blanco y negro, aparece con su característica barba, fue detenido por un caso tan mediático como fue el Nécora. Y fue por este caso cuando tuvo su primera condena importante -de seis años-, pero, aunque parezca increíble, entonces fue condenado por delito fiscal y absuelto de narcotráfico.

Tuvieron que pasar nueve años para que un juez condenara a Oubiña por la actividad delictiva por la que era más conocido. Le cayeron cuatro años de cárcel por organizar y dirigir un transporte de 5.741 kilos de hachís desde su Galicia natal a los Países Bajos.

Sin embargo, cuando la Audiencia Nacional dictó la sentencia, Oubiña ya había huido. Trece meses después fue detenido en Grecia y extraditado.

Ahí empezó un periplo con salidas y entradas de las cárceles mientras se sucedían los juicios por tráfico de drogas o por blanqueo.

Su última condena, a 4 años y 7 meses por blanqueo, es la que acabará de cumplir en semilibertad.

Un paso por la cárcel que le ha llevado a arrepentirse de lo que hizo y a volcarse con aquellos que en su día consumieron droga como la que él y su organización movieron por España y Europa.

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