El tiempo en: Punta Umbría
Publicidad Ai
Publicidad Ai

Arcos

101 años de recuerdos

Posiblemente, Margarita Orellana Aguilar sea la abuela de Arcos. A sus 101 años de edad conserva una buena memoria y una salud envidiable

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai
  • Margarita con su familia. -

Los suyos la han acicalado para cuando llegue la televisión -Ondaluz, claro- y el periódico, porque hoy quiere estar más guapa que nunca. Nos dicen los suyos que Margarita, efectivamente, es muy presumida. Y en ella, “nunca”, o siempre, es la escalofriante cifra de 101 años de vida; escalofriante porque -ya me dirán ustedes- quién aguanta tanta longevidad. Su único achaque en tantas décadas -cuenta con gracia- ha sido una rozadura en un pie.

Margarita Orellana Aguilar nació en Torre Melgarejo, en Jerez. Sus padres se dedicaron a las faenas del campo, entre ellas la cría de cabras. De pequeña, marchó a vivir a Arcos, donde continúa hoy día en su Barrio Bajo, junto a la plaza de La Caridad.

A pesar de la belleza de la ciudad, Margarita asegura recordar “un pueblo feo” y más gris, donde poca gente paseaba. “Ahora todo es más bonito”, dice.

Margarita tuvo siete hijos y sus nietos y bisnietos se cuentan por docenas. Pero su gran tesoro es el cariño que su familia le profesa, al igual que sus vecinos, que raro es el día que no la visitan. Ahora pasa los días sentada porque le cuesta trabajo andar.
Por su edad, ha conocido las dos guerras mundiales y la civil española, de la que recuerda cómo mucha gente huyó al campo por temor a represalias.

En su enciclopedia de recuerdos, no falta el día en que José Antonio Primo de Rivera inauguró los sifones de la Junta de los Ríos, esa infraestructura hidráulica sobre el río Majaceite que en Arcos se conoce vulgarmente por su forma como “Las morcillas”.  Entonces era un niña de doce años. O cuando “el hombre pisó la luna...”.

Entre anécdotas y recuerdos nos deja esta mujer de buena memoria, aunque las palabras tarden un poco en llegar. Su gran virtud es la salud y el ver cómo el inexorable paso del tiempo le ha concedido cierta benevolencia para ser un testigo directo de los grandes acontecimientos de dos siglos.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN