Los cannabinoides son los componentes activos que en conjunto forman el cannabis. El uso medicinal de los mismos con distintas aplicaciones se remonta casi a tiempos remotos, por lo que puede afirmarse que se trata de una planta común en la lucha contra los síntomas de diversas enfermedades.
Estas moléculas que componen el cannabis ejercen efectos de tipo paliativo en pacientes de probablemente la más temida, y una de las más devastadoras de las enfermedades, el cáncer. Alivian y previenen las náuseas, los vómitos, la estimulación del apetito y el dolor del individuo afectado.
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Además, estos compuestos actúan eficazmente, al inhibir el crecimiento de células de tipo tumoral, como ha podido comprobarse en múltiples experimentos con diversos animales en el laboratorio (especialmente en roedores, ratones y ratas).
No obstante, hasta la fecha no ha podido evidenciarse de manera sólida que los cannabinoides, sean del tipo que sean, sintéticos o naturales, puedan eficazmente curar la enfermedad a las personas ya afectadas. Ello no quiere decir que se descarte al cien por cien, ya que en gran parte del mundo siguen efectuándose estudios que tratan de intentar probarlo, hecho que, aunque un tanto improbable, de producirse, sin duda daría un vuelco a la ciencia y a la concepción que gran parte de la población tiene sobre este polémico y primitivo vegetal.
En base a numerosas investigaciones de índole científica, tales componentes ejercen una eficiente gama de efectos inhibidores a partir de diferentes procesos sobre el desarrollo de estas células, entre los que se incluyen:
- Activación de la muerte de las células (apoptosis).
- Inhibición de la formación de vasos sanguíneos nuevos en los tumores (angiogénesis).
- Aceleración interna celular de la “máquina de eliminación de residuos” (autofagia).
- Supresión en la parcela de la división celular.
- Se reduce la probabilidad de que las células afectadas por el tumor metastaticen al resto del organismo, dificultando que las mismas invadan o migren a tejidos próximos.
Esperemos que no se ceje en el empeño, y se aplique una exhaustiva y permanente investigación que permita al hombre en un futuro no muy lejano, por fin, y de una vez, combatir con garantías a este cruel demonio que se manifiesta encarnado en enfermedad.
