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Más de un mes ‘atrapados’ en casa por la falta de ascensor

El edificio tiene dos elevadores desde 2010 por el programa de rehabilitación de la Junta, pero uno de ellos nunca ha funcionado. Las piezas no llegan hasta dentro de 6 y 8 semanas. “Estoy encerrada en vida”, señala Carmela, que ve la calle desde su ventana

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  • Dos vecinas afectadas -

“Encerrada en vida”. Así se siente Carmela, una vecina de 84 años, en el número 1 de la Plaza Pintor González Rangel, en la barriada La Constitución, popularmente conocida por el Mopu. Anda con la ayuda de un taca-taca debido a sus problemas en las piernas y a la artrosis. Hace casi mes y medio que su único contacto por la calle le llega desde la ventana del salón de casa, donde vive con su hermana. Este es justo el tiempo que lleva el único ascensor con el que cuenta el bloque averiado.  Desde entonces, las escaleras de este edificio de ocho plantas donde residen 32 familias, en la mayoría de los casos matrimonios mayores, acusan más actividad que nunca a medida que los vecinos se cruzan entre subida y bajada lamentando su suerte.

“Están atrapados en sus propias casas porque estamos hablando de gente mayor, operada dos veces de rodilla y cadera que está subiendo con una muleta, un matrimonio que baja y sube de la mano como puede porque a su marido le ha dado un ictus y ella está operada de cervicales dos veces...y así miles de historias”, señala Juan José Sánchez, que ha sido presidente de la asociación de vecinos de La Constitución durante casi 20 años y tiene un 50% de minusvalía reconocida. Pese a todo cada día realiza varios “viajes” a la octava planta. Le consta que la empresa encargada del mantenimiento e instalación pasó el parte a la Junta, y de momento lo único que saben es que las piezas que necesitan para repararlo están pedidas en Zaragoza, que el presupuesto es de 7.000 euros y que tardarán entre seis y ocho semanas en arreglarlo, como le ha trasladado la administradora de la comunidad. 


En 2010, con cargo a un programa de rehabilitación de la Junta, los vecinos de esta barriada recibieron ayudas para la instalación de elevadores. Hoy muchos de ellos no funcionan en algunos bloques por verías y, sobre todo, por culpa del vandalismo. No es el caso del  que nos ocupa, de ahí que la Administración andaluza se vaya a hacer cargo de la reparación. Sin embargo, los afectados  tienen claro que podrían haberse ahorrado llegar al extremo en el que se encuentran si los dos ascensores que les instalaron hubieran funcionado desde el primer día, ya que en estos seis años solo han hecho uso de uno de ellos. “Se cambió de contrato y de empresa, y pasamos de Schindler a que Embarba se hiciera cargo del mantenimiento y reparación y la nueva empresa decía que faltaban piezas del que nunca ha funcionado, así que llevamos seis años con un ascensor nuevo sin estrenar”, se lamenta Sánchez, que no entiende cómo no se le ha metido mano a este elevador para intentar dar con las piezas que ahora le han fallado al  otro.


Mientras tanto, Antonio, un vecino de 86 años operado dos veces de rodilla y otra de cadera, sube como puede hasta la cuarta planta. En una mano se agarra a la barandilla de la escalera y con la otra a su muleta. “Ahí vamos a poquito a poco”, explica en su particular odisea, poniendo al mal tiempo buena cara. Como él, hay otro matrimonio también mayor que baja de la mano porque a él le ha dado una trombosis recientemente. Otra vecina sube la compra a regañadientes e indignada por tener que dar varios viajes para coger todas las bolsas. “Esto es indignante. No hay derecho a estar así”, se queja.

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