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El fuego arrasó casi 30.000 hectáreas en España sólo en el mes de diciembre y 102.945 en todo 2015

En todo el año se ha quemado más del doble (110%) que en todo 2014, según el avance del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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  • Un incendio en un monte -

Los incendios arrasaron un total 28.236 hectáreas en España sólo en el mes de diciembre pasado, casi un tercio (27%) del total de superficie calcinada por el fuego en 2015, que asciende a 102.945 hectáreas.

   De este modo, en todo el año se ha quemado más del doble (110%) que en todo 2014, según el avance del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) correspondiente a 2015, al que ha tenido acceso Europa Press, que refleja un repunte de los incendios, pero sobre todo de la superficie afectada en ellos, ya que se pasó de los 7 grandes incendios de 2014 a 15 fuegos de más de 500 hectáreas en 2015.

   Diciembre se encuentra fuera de los meses de mayor peligro y de la campaña de incendios forestales; sin embargo, este año su siniestralidad fue muy superior a la media mensual del ejercicio. Concretamente, en ese mes se quemó más del triple que en la media mensual (8.578 hectáreas). La mayor parte de los fuegos del último mes del año se produjeron en el norte de la Península, desde Orense hasta los Pirineos, a lo largo de la cordillera Cantábrica.


   Precisamente, en estos días la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) advertía del elevado riesgo de incendios en esas áreas, debido a las altas temperaturas, el fuerte viento y la sequedad del terreno, después de semanas sin precipitaciones. No obstante, la Fiscalía de Medio Ambiente abrió una investigación para determinar las posibles causas de todos estos siniestros.

2015, POR DEBAJO DE LA MEDIA DE LA DÉCADA

   Aún así, a nivel general la cifra de 2015 se mantiene ligeramente por debajo (5,11%) de la media de la década, que son 108.493 hectáreas quemadas. 2015 se aleja así de 2014, que fue el año con mejores resultados del decenio, con 48.833 hectáreas quemadas, y de 2008 y 2010, los siguientes por menor superficie afectada en ese periodo.

   Del mismo modo, aún queda lejos de 2012, el peor año, con 216.900 hectáreas quemadas; 2005, con 188.697 hectáreas y 2009, con 120.094 hectáreas. De acuerdo con estos datos, en 2015 se han producido 11.899 siniestros, de los que 7.744, el 65% fueron conatos, es decir que afectaron a menos de 1 hectárea de superficie. Los otros 4.155 superaron el límite de 1 hectárea y de estos, 15 alcanzaron la categoría de grandes incendios, al superar las 500 hectáreas quemadas

   La cifra de grandes fuegos de este ejercicio es de más del doble de los de 2014, cuando se produjeron 7 grandes incendios, aunque es algo menos de la mitad de la media del decenio, con 27 grandes fuegos.

   En total, los incendios de 2015 han arrasado el 0,374 por ciento de la superficie del país, más del doble que el 0,177 del año anterior y cerca de la media del decenio (0,394 por ciento del territorio).

   Por tipo de superficie quemada, alrededor de dos tercios del total (60.749 hectáreas) eran de matorral y monte abierto y 33.129 hectáreas eran superficie arbolada, mientras que 9.067 hectáreas fueron pastos y dehesas.

MÁS DE LA MITAD EN EL NOROESTE

   En cuanto a la distribución de los siniestros, el Ministerio señala que más de la mitad (52,29%) se produjeron en el noroeste; el 31,44 por ciento en las comunidades interiores; el 15,49 por ciento en el Mediterráneo y el 0,77 por ciento en Canarias.

   En concreto, el 43,50 por ciento de la superficie arbolada quemada ardió en el noroeste; el 35,63 por ciento en las comunidades interiores; el 20,78 por ciento en el Mediterráneo y el 0,09 por ciento en Canarias.

   Sobre la superficie forestal, la mayor parte, el 53,70 por ciento se quemó en el noroeste; el 29,35 por ciento las comunidades interiores; el 16,85 por ciento en el Mediterráneo y el 0,10 por ciento en Canarias.

   De acuerdo con las estadísticas, el número de incendios ha aumentado ligeramente aunque permanece por debajo de la media del decenio (14.489), mientras que el mayor repunte experimentado en 2015 en materia de fuego es en la superficie arrasada, que se aproxima a la media del decenio.

   A este respecto, tanto ONG como ingenieros de Montes achacan el repunte a la meteorología adversa y al empleo del fuego como herramienta de gestión. En concreto, el coordinador de Ecologistas en Acción, Teo Oberhuber, ha explicado a Europa Press que hay que tener el cuenta el "cambio climático" que supone un incremento de las temperaturas medias también en invierno, lo que favorece la extensión de los incendios.

   En este sentido, ha detallado que este invierno se han producido unas condiciones meteorológicas 'favorables' y temperaturas altas para la época invernal que, a su juicio, junto a las quemas para obtener pasto y a las subvenciones agrarias que se otorgan en función del numero de hectáreas de pasto del que se dispone, han agravado la situación de los incendios.

EL CLIMA, A FAVOR DEL FUEGO

   Por su parte, el delegado de SEO/BirdLife en Cantabria, Felipe González, ha lamentado que el "elevado" número de incendios en la cordillera cantábrica no es "novedoso" sino una "tendencia" que este invierno ha aumentado por la "sequedad y al viento sur", así como consecuencia de la "actividad ganadera" y las prácticas tradicionales ya que se considera que el fuego es beneficioso para generar pastos. Por ello, propone fomentar la ganadería extensiva para "no tener que recurrir al fuego".

   En la misma línea, la coordinadora de restauración forestal de WWF, Diana Colomina, ha calificado a 2013 y 2014 como "un espejismo" ya que tuvieron veranos de temperaturas "no muy altas" y había llovido bastante más durante la primavera, frente a 2015, que ha sido más seco y caluroso.

   A este respecto, ha defendido la buena gestión de la extinción pero lamenta que "nada ha cambiado en la prevención", donde incluso han disminuido las partidas.

   La experta ha subrayado que los montes son cada vez más vulnerables a los grandes incendios forestales por el abandono del monte y no ve relación directa en el cambio de la Ley de montes con el repunte, ya que "no es tan grave" puesto que el número de fuegos por cuestiones urbanísticas es "muy bajo".

   Si bien, coincide con las otras ONG en que la "verdadera causa" está en el fuego como instrumento de gestión y en que en diciembre se ha producido la "tormenta perfecta" que los ha favorecido. También ha añadido que estos son los incendios que suelen producirse en febrero en el norte y que se han adelantado a diciembre.

   Por ello, asegura que se deben buscar políticas serias y alternativas al uso del fuego en el monte e identificar las zonas de alto riesgo para las que se deben realizar planes específicos. "De momento, parece que 2016 no pinta bien porque está lloviendo muy poco", ha advertido.

INGENIEROS

   Por su parte, el decano del Colegio de Ingenieros de Montes, Carlos del Álamo, coincide en que las causas meteorológicas influyen pero los verdaderos problemas son la actividad incendiaria y la falta de rentabilidad del monte. "El problema fundamental es la intencionalidad y la actividad incendiaria de quienes aprovechan las condiciones meteorológicas para conseguir éxito y contra eso es difícil luchar", ha valorado.

   A su juicio, las soluciones pasan por aumentar la rentabilidad del monte, el aprovechamiento de la biomasa y valorar sus cualidades para fijar carbono, luchar contra el cambio climático y favorecer la biodiversidad.

   En esta línea, pide aumentar la investigación y la persecución judicial de los incendios forestales para luchar contra los descuidos y las negligencias porque un fuego intencionado es, en su opinión, la punta del iceberg de un conflicto de intereses. "Es preciso un cambio de hábitos en el monte", ha reclamado.

   Finalmente, sobre los fuegos en la cornisa cantábrica en diciembre ha sentenciado que mientras no haya condenas solo se podrá achacar a la quema de rastrojos pero que la realidad de fondo es que no se deben a pirómanos sino a incendiarios, que son delincuentes y están latentes, a la espera encender la mecha cuando se pueda lograr más éxito.

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