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San Fernando

Mamma Mia! Ahora son dos

Los pueden llamar y acuden, como el Equipo A. Y han convertido en hiperactivo el envejecimiento activo.

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Lo ha sido todo en el movimiento vecinal y en el mundo del asociacionismo gracias a una actitud innata, participativa pero con marchamo de líder. Así se presentó en el Centro de Día de San Fernando y llegó a la presidencia y así comenzó una última etapa centrada en el envejecimiento activo.

Y de ella toca hablar hoy, porque repasar su historia da para demasiadas páginas.
Miguel Camas Bey consiguió que una treintena de personas mayores, todos pensionistas, representaran un belén viviente con sello propio -y con los nietos ayudando- y finalmente decidieron dar el salto al mundo del espectáculo propiamente dicho, aunque sea aficionado y de mayores. Pero espectáculo en el más amplio sentido de la palabra.

Fueron capaces, bajo la batuta de Camas, de montar la ópera rock Jesucristo Superstar, una obra que se había visto en innumerables ocasiones representadas por adolescentes y jóvenes, más en la onda de ese tipo de música y de espectáculos. Pero nunca por personas mayores.

Aprendieron las coreografías y se presentaron en el Real Teatro de las Cortes en un estreno espectacular, a lo grande y recordado como un acontecimiento.

Son, además, capaces de adaptar todo lo que hacen a cualquier escenario, a cualquier llamada que se les haga -porque trabajan gratis y en calidad de servicio público- y no contentos con lo que consiguieron, han rizado el rizo.

Si Jesucristo Superstar tenía media docena de coreografías que costaba un mundo aprender a esas edades, se han atrevido con Mamma Mia!, una comedia musical en la que ya se alternan las coreografías -muchas, muchas, demasiadas- con los diálogos. De la ópera (rock) a la ‘zarzuela’ americana.

Y ahora son dos
Miguel Camas ya no está solo. Cuenta con la colaboración de Salvador Pavón, un isleño afincado en Chiclana que está menos tiempo en Chiclana que en La Isla y que se encarga de las coreografías y de otros aspectos que antes tenían que pagar contratando a un profesional.

Pavón no sólo se tiene que encargar de las coreografías sino de algo más importante. En la película, en el musical, todo se hace para mayor lucimiento de los protagonistas. Aquí es radicalmente distinto y la filosofía que impera es la de “o jugamos todos o pinchamos la pelota”.

¿Qué significa eso? Pues que tienen que cambiar las coreografías para que todos se luzcan y el resultado es que Mamma Mia! made in La Isla y la original sólo se parecen en las tres escenas principales. Ventajas: todos disfrutan. Los intérpretes, que de eso se trata y el público, que eso es lo que tratan de hacer.

El belén viviente dejó de escenificarse en el Centro de Día porque fue tal el éxito que tuvo que era imposible que pudieran entrar a verlo tantas personas sin poner en peligro la seguridad.
Jesucristo Superstar está en su repertorio y la representan cuando se dan las condiciones mínimas. Y Mamma Mia! forma parte de otra etapa distinta dentro del grupo, que sigue perteneciendo al Centro de Día, pero además se han constituido en asociación para poder tener acceso a ayudas o subvenciones con las que sufragar parte de la actividad.

Así es como nace la Asociación de Personas Mayores Isla de León, que siempre está dispuesta a participar allá donde la llaman con lo que se les demande. Porque no es sólo un grupo de teatro, sino mucho más.

Se convierten en rondalla, en grupo musical, en payasos, en grupo rociero y en lo que se tercie para contribuir a una buena causa. Van a cuantos festivales o actos benéficos se les demanda y les cuesta el dinero. Y si por algún causal alguna asociación quiere hacerle un regalo -asociación que también recibe subvenciones- no se desprecia, pero se reinvierte en sus actividades que están centradas todas en lo mismo. En el envejecimiento activo.

Sus actividades, además, han sido reconocidas por la Junta de Andalucía entre las mejores que se desarrollan en todo el territorio andaluz, algo que pocos saben cuando los vez actuar y consideran que no pasan de viejos que quieren distraerse.

Porque ese grupo de treinta y tantas personas que decidieron hacer lo que parecía imposible y lo consiguieron, es un ejemplo de superación, de ganas de vivir y de sabia muestra de lo que debe ser la última cuesta de la vida. Una gozada que no todos se pueden permitir.

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