El acusado de matar a su hermano en La Rinconada (Sevilla) en 2013, Francisco G.C., reclamó a dos amigos de su hermano un arma que encontraron escondida bajo un palé en la nave del polígono industrial La Jarilla en la que años después se produjo el asesinato.
Dos amigos de la víctima que han declarado como testigos en el juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla han dicho que mientras limpiaban la nave, en una fecha que no han podido concretar, encontraron la pistola, que estaba oxidada, envuelta en una bolsa de plástico junto a una caja de munición y se la dieron al hermano de uno de ellos.
El hermano, que también ha declarado como testigo y ha afirmado que se la entregaron porque es aficionado a las armas, limpió la "pequeña" pistola, que estaba cargada, era del calibre 6.35 y tenía el cañón manipulado, y la llegó a usar en su campo, donde comprobó que tenía poca precisión.
Años después, el acusado se puso en contacto con los amigos de su hermano, que pensaban que el arma era del padre de la víctima, y les dijo que "tenían algo que no era suyo", en referencia a la pistola, tras lo cual les exigió que se la devolvieran.
Según este testigo, el acusado justificó la necesidad de disponer de esa pistola o de otra arma porque iba a "mover" dinero y necesitaba protección.
Los tres testigos hablaron de la pistola ante la Guardia Civil un mes y medio después de la muerte del agricultor, y uno de ellos ha admitido que la tardanza en hacerlo estaba motivada por "miedo" a que le relacionaran con el asesinato del agricultor.
Todos ellos han aludido a las malas relaciones y a la deuda de unos 30.000 euros que el acusado tenía con su hermano, al que su madre, en un receso del juicio, le ha increpado.
En el juicio también han declarado hoy dos guardias civiles que participaron en la investigación del caso, y una de las agentes ha subrayado que no tenía "ninguna duda" de la autoría del acusado en la muerte de su hermano antes de precisar que encontraron restos de los disparos en su cinturón, en su gorro de paja y en el coche que conducía.
También localizaron en la casa del acusado bolsas de basura de color negro como la que colocaron al fallecido en la cabeza y que era diferente a las que empleaba a diario en su domicilio, y constataron, a través de cámaras de seguridad de dos gasolineras, su presencia en las inmediaciones de la nave en la que se produjo el asesinato.
La Fiscalía pide 22 años de cárcel para el acusado, de 47 años, por matar a su hermano con tres disparos hechos "de frente y a escasamente un metro de distancia, haciendo con ello imposible cualquier reacción defensiva".
Primero hizo dos disparos, uno que impactó en el ojo izquierdo de su hermano y otro en la región temporal, lo que provocó la caída de la víctima, y una vez en el suelo Francisco G.C. hizo un tercer disparo, "a cañón tocante" apoyando el arma en la sien izquierda.
Ese arma fue la que también se empleó en el intento de asesinato cometido un año antes contra un empresario y aristócrata, que perdió un ojo y no quiso colaborar con la justicia tras la agresión que sufrió y que pleiteó con el acusado de matar a su hermano, que tuvo que entregar su casa para saldar la deuda contraída.