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Jerez

La cara más humana de los jesuitas antes de su marcha

Victoria, la ama de llaves que ha cocinado cada día para los religiosos de la Compañía de Jesús en la última década, narra cómo han sido los últimos meses de una comunidad que deja de tener presencia en Jerez tras 440 años

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  • Victoria y los religiosos. -

La del pasado jueves fue la última eucaristía con la que la Compañía de Jesús celebró en la Parroquia de Madre de Dios la festividad de San Ignacio de Loyola, fundador de una congregación que se despide de Jerez tras 440 años de presencia en esta ciudad tras una decisión que se enmarca en el proceso de integración de las cinco provincias española jesuitas. De esta manera, los religiosos que quedaban en Jerez, los padres Marcelino y Javier, se sumarán ahora a la comunidad de El Puerto, que dirige la parroquia de San Francisco, siguiendo ejerciendo de párroco de Madre de Dios el primero hasta que la Diócesis nombre a un nuevo párroco que ya no pertenecerá a dicha comunidad.
A Victoria García Fernández, cocinera y ama de llaves durante los últimos diez años de la casa donde han vivido los religiosos, no le gustan las despedidas, y aunque lleva casi un año mentalizándose, sigue pasándolo mal. Ella mejor que nadie conoce la sensibilidad de los integrantes de esta comunidad y cómo han vivido estos meses su marcha de Jerez. Ahora Victoria pierde su trabajo, pero con él se van también los que hasta ahora ha considerado parte de su familia, por lo que tiene claro que cuando a finales de mes acuda por última vez a la casa donde ha pasado ocho horas diarias la última década será un trago duro. “He sido una más en la comunidad; me decían que yo era de la casa. Son muy humanos y la convivencia ha sido siempre estupenda. 


Pero, ¿cómo son los religiosos en su día a día?”A la hora de comer son muy sanos y muy austeros con la comida, miran mucho porque saben que hay mucha necesidad en la calle y en la casa nunca se tira nada. Yo los considero ya como de la familia. Antes de morir mi madre estaba muy nerviosa porque tenía miedo y se ofrecieron para charlar con ella y tranquilizarla, dándole la comunión”, recuerda con nostalgia.


No en vano, esta jerezana ha conocido a casi una decena de religiosos, y todavía hoy mantiene la relación con los padres Ramón y Rafael, que ya se encuentran en la residencia de mayores de El Palo, en Málaga, a los que visita todos los años y adonde también se ha trasladado ya el padre Julián. “Ellos también lo están pasando mal, sabían que se tenían que marchar pero después de estos años tienen un arraigo importante con Jerez”, concluye.

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