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San Fernando

13 puñaladas 13. Otra vez más

“Si yo fuera la infanta pediría la imputación”, dice Montiel y ya son catorce puñaladas, pero ésta sin sangre.

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Trece relatos, trece escritores, trece muertos, ‘13 puñaladas’. Salió a la venta en noviembre y ya se prepara una segunda edición. Tres de los nombres son de San Fernando, tres son los temas que tocamos en la entrevista, tres son los titulares. No trece.Tres. El libro. El periodismo. La abogacía. Y junto a ellos, la realidad y junto a la realidad las aspiraciones de los que buscan su primera novela, quizá pronto. Quizá muy pronto

 

EL LIBRO
La intención era haberlo publicado en Hallowen y el título queda que ni pintado. 13 puñaladas con trece relatos de sendos autores con una muerte por medio, trece capítulos de novela negra con la que un buen guionista de Los Ángeles sería capaz de hacer un culebrón. O trece culebrones.

Los problemas que acompañan a la edición de un libro, máximo cuando se trata de una pequeña editorial puesta en marcha por amantes practicantes de la literatura –Dos mil locos editores- hicieron que saliera al mercado después de las fechas previstas y que se convirtiera en un libro para regalar en Navidad, aunque el título no fuera navideño ni mucho menos.

Presentada el 13 de noviembre, el 13 de diciembre, consiguió que se llegara a las Navidades con casi todos los ejemplares vendidos, con lo que tampoco se aconsejaba regalar el libro por Navidad y una segunda edición tendrá que buscar una fecha también señalada para poder venderlo masivamente. ¿El 14 de febrero, por ejemplo?

Los autores de 13 puñaladas, trece, son todos gaditanos de Cádiz, de Sanlúcar de Barrameda, de Puerto Serrano y tres de San Fernando, tres, Estefanía García –las damas primero que el arriba firmante está chapado a la antigua- Enrique Montiel de Arnáiz y Alex Medina. Además, para que no quede nadie por detrás, los diez que componen el total, Jesús Cañadas, Javier Fornell, Daniel Lanza, Francisco López Chaparro, Rafael Marín, Carmen Romero, Daniel Pérez, Manuel Ruiz Torres, Israel Santamaría Canales y Pilar Vera.

El 13 de diciembre se presentó en la Venta de Vargas, donde las puñaladas se dan por seguiriyas desde el balcón central de la primera planta, como lo hizo Caracol en su noche isleña de dolor y llanto. Y allí actuó como maestra de ceremonias Vanesa Perondi, compañera de profesión como también lo es Alejandro Medina, ambos conocedores de esta Casa donde trabajaron y vivieron varios años.

Enrique Montiel –de Arnáiz, no confundir con Enrique Montiel Sánchez, que alguien se enfada- está entre los mejores publicistas de la obra a través de las redes sociales, “un instrumento que hay que utilizar”. Es abogado y saca el tiempo para escribir de donde lo saca todo el mundo que no tiene tiempo, de su familia. Es articulista de La Voz de Cádiz, defensor del diablo, autor de un libro de relatos aún por editar, pero cercana la fecha y piensa en escribir una novela, lo que demuestra que la enfermedad, lejos de remitir, está haciendo estragos.

De aquí a Madrid, aquí, a Madrid...
Alejandro Medina es periodista, pasó de San Fernando Información a los periódicos salmón en Madrid. Volvió a Cádiz y de nuevo está en Madrid, aunque ahora en el bando contrario, en un gabinete de prensa. Su patología es más preocupante que la del primero. No contento con llevar años escribiendo todos los días comenzando por poner la fecha, tiene una novela en el mercado, Una aventura pop, de más envergadura que 13 puñaladas. O sea, que no es un libro delgadito escrito por trece, sino uno gordo escrito por uno.

Para Alejandro –nombre completo- el hecho de tener que escribir todos los días no es un freno para escribir literatura –el periodismo también lo es- sino una válvula de escape para cambiar de estilo. Y de mundo. Teniendo en cuenta que su especialidad es la economía, “que ese sí que es un libro de terror algunas veces” no es extraño que busque huecos para escribir cuentos. “Hay quien se mete en el gimnasio tres horas (él, no) y yo me meto en casa cuando puedo. Tampoco tengo una rutina”.

Pero ellos y los demás no son los únicos culpables de que haya salido a la calle un nuevo libro, que aun a costa de contradecirme es el mejor regalo que se le puede hacer a la sociedad. Los verdaderos culpables son Rosario Troncoso, poeta y Paco Mármol, diseñador gráfico, que comenzaron con una revista literaria, El ático de los gatos, en su cuarta edición ya, y decidieron dar un paso más. Editaron una novela que ha ido muy bien y luego han seguido con 13 puñaladas. Lo que indica que como en el resto de casos, las bacterias siguen avanzando e inundando el organismo. En este caso, peor, porque además de buscar tiempo tienen que buscar dinero.

¿Dónde radica el éxito? En un tipo de relato ameno, rápido. En un diseño atractivo. En la participación de todos en la promoción.

 

EL PERIODISMO

Ya hemos hablado del libro y no hay Paco Umbral que se vaya de la entrevista. Ahora toca hablar de los autores, dos de los tres de La Isla, porque Estefanía García no puedo acudir.

Estamos acostumbrados a la situación del periodismo local, a todo lo más, provincial, que no dista mucho de la situación a nivel nacional, amenazada por una crisis que no deja crecer tallos verdes para un sector que vive de algo tan prescindible –eso creen demasiados- como es la publicidad.

Dice Alex Medina que la situación es “terrorífica” en cualquier sitio que se mire. “Ha habido un Apocalipsis periodístico. Hace unos días leí que desde 2009 han despedido a 11.000 periodistas en toda España. Si llevaras eso a una fábrica, a una empresa como Navantia, nadie se imaginaría que han echado a 11.000 personas. Si hay una crisis a nivel mundial, el periodismo es el último eslabón de esa cadena porque al fin y al cabo depende de la publicidad. Con la irrupción de Internet, si alguien no compra el periódico lo puede leer gratis, pero aunque Internet está abriendo nuevas puertas, la publicidad todavía no es suficiente para mantenerlo. Se está precarizando mucho el trabajo porque se está recurriendo mucho a becarios recién salidos que saben mucho de redes sociales, pero se está perdiendo la experiencia de los antiguos periodistas”.

Como ejemplo un botón de mucho calado. “El País despidió a sus viejas glorias y descapitalizó una redacción histórica en aras de los resultados económicos”. Y es que siempre salen despedidos los más antiguos, el capital en el que más ha invertido la empresa, la formación que puede transmitirse a otros, se tira por tierra.

“Hay periodistas de alrededor de treinta años que son los que enlazan la generación anterior con la generación de Internet que se empiezan a quejar porque no tienen referentes, porque sus jefes o tienen dos años más que ellos o tienen la misma edad. No encuentran a la persona experimentada que les enseñe lo que es el periodismo y ese es uno de los grandes problemas ahora mismo”.

Para una persona que ha estudiado periodismo, que se ha dedicado todo lo que lleva de vida a esa profesión es “frustrante, porque si realmente quieres seguir en esta profesión necesitas referentes. Si a los 25 años crees que lo has aprendido todo cuando en realidad es que en tu propio medio no hay nadie que te enseñe algo más, no sé qué tipo de periodismo puede salir de esas personas. Puede que algunos miren hacia el periodismo de siempre pero habrá otros que creerán que una noticia es buena si convierte en trending topic. Y no tiene por qué”.

 

LA ABOGACÍA
Dejando a un lado la situación de los juzgados en San Fernando, donde nadie sabe cómo se pueden meter y trabajar tanta gente tan dispar a la vez, la Justicia está dando la impresión últimamente de que se la están repartiendo entre los dos grandes partidos políticos. Y eso es algo que capta la sociedad, incluidos los legos en la materia y hasta los menos informados.

“La justicia es un bien social”, dice Enrique Montiel –de Arnáiz, conste-, “sin embargo estamos asistiendo a un proceso de descrédito de la Justicia desde todas las instancias.  Empezando por los Juzgados de San Fernando, la parcela para construir uno nuevo lleva aceptada diez años y en ese plazo de tiempo se han montado juzgados en otros lugares de la provincia, el juzgado de Chiclana es un juzgado magnífico. No solamente tiene condiciones precarias que la Inspección de Trabajo cerraría, no solamente no hay respuesta por parte de los políticos, que estén negociando un alquiler… Pero no queremos un alquiler, queremos unas instalaciones dignas, el juzgado que está prometido al lado de la Comisaría”.

Pero no es solamente eso, es una situación material. “Desde las descentralización de la Justicia, que corresponde a la Junta de Andalucía existe una ratio entre número de asuntos y número de funcionarios en los Juzgados. Según esa ratio, San Fernando tendría que tener no cuatro, sino cinco juzgados de Instancia e Instrucción diferentes. Y tiene tres. Estamos discutiendo de un edificio del que han huido hasta los fantasmas cuando nos hacen falta 30 ó 40 funcionarios más para darle un soporte a esta ciudad que necesita y no tiene”.

Ese descrédito se puede trasladar a la Justicia a nivel nacional. “El ciudadano que va a un Juzgado en ruinas, donde su pleito tarda dos años en finalizar y descubre que hay un juez que se gasta tanto en desplazamientos a no sé dónde, o que un ministro tiene una especial inquina a los procuradores... Y no me refiero a un partido político en particular, sino en general. La Justicia le duele al ciudadano”.

En el Constitucional, proveniente de un conflicto interno, se han repartido las vestiduras “hay una especie de consenso donde hay un número uno conservador, un número dos progresista… Parece un café para todos. Eso no quiere decir que no sean magníficos profesionales y no lo van a hacer bien. No tengo nada que decir de sus currículos, pero desde luego, el ciudadano no cree en la Justicia”.
¿Los abogados tienen más trabajo con la crisis o tienen más trabajo pero ganan menos? “Yo leí en un manual que hay dos tipos de abogados, y no son los malos y los buenos, sino los que tienen trabajo y los que no tienen trabajo”, dice Enrique Montiel (de Arnáiz).

“Ahora mismo estamos en una época donde creo que la mayoría de los abogados tiene trabajo y mucho trabajo, porque al haber conflicto social y crisis económica, los matrimonios se resienten, los alquileres se impagan, las hipotecas no se pueden abonar, existe malestar en las personas que provoca peleas, discusiones…”.

“Ahora mismo hay una gran litigiosidad. Otra cosa es que se pueda cobrar. Los abogados estamos teniendo muchos problemas, pero nos adaptamos a las circunstancias, se rebajan las cuantías, se fraccionan en el tiempo y se le intenta dar el mismo servicio de calidad al ciudadano pero dentro de las circunstancias. Si tienes más trabajo y cobras menos, a lo mejor te interesa tener más trabajo y ganar más”.

Al fin y al cabo, los problemas llegan de la crisis, de la falta de dinero, incluso para pagarle al abogado, aunque “hay un reducto importante, por lo menos de San Fernando, que van pasando como pueden esperando que llegue otra época”.

 

“Si yo fuera la infanta pediría la imputación”

—-¿Hay abogados malos y abogados buenos, Enrique Montiel (de Arnáiz)?
—Hay abogados buenos y malos.

El fiscal siempre es malo.
—El fiscal no siempre es malo. Es malísimo.

—Menos los de la Infanta, que siempre intentan protegerla.
—Yo no sé si protegen a la infanta (se toca la oreja derecha). Mira, me he tocado la oreja y es señal de que estoy mintiendo. El Ministerio Fiscal está sujeto a unas directrices, a una jerarquía. En San Fernando sí hay magníficos fiscales. En la provincia, depende, unos son más dialogantes, otros más cañero… Cada uno como lo ha parido su padre y su madre. Pero en lo del tema de la infanta se hace de una manera un poco burda. Si yo fuera la infanta pediría la imputación. “Impúteme y voy a demostrar mi inocencia”. Pero el fiscal no mide los tiempos. Puede tener razón en sus argumentaciones, ¿pero lo tiene que decir dos días antes de que te lo pidan? Pero como no estoy personado en el caso de la Caja municipal o en el caso de la infanta no sé cómo han ido esas actuaciones judiciales, si es una cosa que se ha sacado de contexto y es correcta porque es una injusticia y va contra la defensa de la legalidad, que es el objetivo del fiscal.

—Y es que al fin y al cabo, la Justicia es subjetiva. Lo que no es subjetivo es la letra de la Ley a la que tienen que atenerse jueces, abogados y fiscales y que puede ser injusta, pero mientras no se corrija la injusticia en negro sobre blanco, la Ley es lo que está escrito.

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